Mientras escribo estas líneas está el polifacético empresario Víctor de Aldama declarando ante la Audiencia Nacional. Se ve que un mes en la cárcel es más largo de noventa minutos en el Bernabéu y el hombre tiene ya ganas de hablar con alguien que no sea su compañero de celda. Andaba estos días media España preguntándose si tiraría de la manta, que al perecer eran unos lienzos que en algunas iglesias de Navarra colgaban, en los siglos XVI y XVII, con los nombres de las familias de los judíos conversos. Trescientos años después, lo de la manta sigue siendo una cuestión de fe, pero no para descubrir quién cree en Jesús o en Yahvé, sino quién cree que Sánchez no cruzó con él ni una palabra o que le invitó a un acto del PSOE y le dio las gracias por lo que estaba haciendo, "me tienen informado", como asegura Aldama.
Está cantando la Traviata este personaje al que en febrero Ábalos decía apenas conocer y que luego ha resultado ser el casero de su "sobrina", asesor de Air Europa, acompañante del ministro en sus viajes a México y en sus salidas de after hour a la zona VIP del aeropuerto de Barajas, conseguidor de comisiones, hacedor de favores y organizador de reuniones para conseguir ya sea un rescate millonario, una licencia de hidrocarburos para estafar a Hacienda o un patrocinio para la mujer del presidente, a la que la portavoz socialista en la Asamblea de Madrid, Marta Bernardo, compara sin rubor con otro cantante: "Imagínese que quisiéramos hacer un máster o una cátedra extraordinaria relacionada con la música, y que ponemos de codirector a Freddie Mercury. Y aparte de Freddie Mercury ponemos a un profesor de la universidad, a un catedrático, para la misma cátedra. Entiendo que en este caso daría igual que el cantante tuviera o no un grado".
¿Qué es la Bohemian rhapsody comparada con los cantes de la "pichona", que según nos ha explicado Sánchez desde Brasil, "es pulcra, honesta y tiene un estado de cuentas que refleja lo que cualquier profesional trabajador en este país"? Aunque los demás si quieren un software o una asistenta personal para sus negocios se lo tengan que pagar de su bolsillo. Pero eso son nimiedades. Dice Aldama que Sánchez quería conocerle, que la foto no fue fortuita, que se reunió con Begoña y con Teresa Ribera y que el presidente iba a cenar con Delcy en Madrid. Ahora los papagayos corearán que es un acusado que miente para salvar el culo y que todo es fango y bulos.
Freddie se queda pequeño al lado de Begoña y España le queda estrecha a su marido y a su vicepresidenta Ribera. Que hay DANA, pues a Bakú. Que hay sesión de control en el parlamento, pues a Brasil. Que tengo que ser ministra de no sé qué, pues a Bruselas a estudiar el examen. A Sánchez España le resulta un lugar incómodo, plagado de ultraderechistas que le persiguen por las calles a escobazos en vez de aplaudirle desde los balcones de esas casas que ya no tienen. Seguramente por eso le gusta tanto pactar con Otegui o Puigdemont, que a ellos tampoco les gusta este país.
Hemos visto que con los aliados que se ha buscado le resulta imposible gobernar. A ver en qué queda esa reforma fiscal que negocia a seis bandas su grupie Maria Jesús, pero lo que nos vamos a quedar sin saber es si el Gobierno piensa que lo bueno para España es que haya un impuesto especial a bancos y eléctricas o que no lo haya. Da igual, cualquier cosa es buena con tal de no tener que dejar el único rincón de España, junto con Doñana y La Mareta, en el que Sánchez se siente a gusto. Sánchez vive entre el mundo y la Moncloa, la Moncloa y el mundo sin pisar el Parlamento. Para eso ya tiene a Bolaños al que no se le ocurre otra cosa que acusar a Cayetana Álvarez de Toledo, cuando esta le pregunta por ese fiscal general del Estado imputado por el Supremo, de ser la autora intelectual de los bulos del 11-M. Y eso que ella entró en el PP dos años después de los atentados.
España tampoco es lo bastante grande para Teresa Ribera, la otra estrella, con permiso de Aldama y Begoña, en el top de cantantes de la semana. Resulta que para poder irse a Bruselas le pusieron un par de condiciones. La primera esa de que Sánchez apoye al vicepresidente de Meloni, "querida Giorgia" y al comisario de Orbán, pronto "querido Víctor". "La verdadera amenaza en España y en Europa es el avance de la ultraderecha por la irresponsabilidad de las derechas tradicionales que le están abriendo las puertas", le decía Sánchez a Manfred Weber hace un par de meses. Y ahora resulta que "el consenso es el motor de Europa" y todo vale para que nombren a Ribera que hizo su campaña con el "no pasarán".
Y la segunda, la de dar explicaciones en el Parlamento. ¿En España? Sí Teresa, en España, qué remedio... Así que la todavía vicepresidenta tercera, qué pereza, le contó al Congreso lo extraordinariamente bien que lo hizo su ministerio y la Confederación del Júcar. Y como Mazón, pues hizo autocrítica acusando a los demás. De Mazón, sus negligencias y sus ausencias injustificables, parecía que ya estaba todo dicho. Pero resulta que Ribera nos explicó que ella y su ministerio le dieron toda la información, a tiempo y sin dilaciones, pero Mazón no reaccionaba. Y ante esa pasividad, ¿qué hizo el gobierno? Pues según Ribera el secretario de Estado llamó desde Colombia a las ocho de la tarde para prevenir de la posible rotura de la presa de la Forata.
Sostiene Ribera que se veía desde las cuatro de la tarde que la lluvia en Chiva iba a ocasionar el desbordamiento del Poyo. ¿Pero qué hizo para que el gobierno valenciano reaccionara o para avisar a la población de que su vida corría peligro? Explicó también que de seis a siete la videoconferencia de la reunión de emergencias se interrumpió y la pantalla se quedó en negro. Sabía entonces, ella misma lo ha dicho, que se iba a desbordar el barranco, pero ni ella, ni la delegada del Gobierno presente en la reunión, ni el presidente de la confederación avisaron a nadie. Parece que la reunión está grabada, ya se han filtrado algunos vídeos. Creo que los españoles, aunque no le caigan bien a Sánchez ni a la futura vicepresidente europea, tienen derecho a verlo completo. Y lo de echarle la culpa a Rajoy, roza la indecencia, después de más de seis años en el cargo. Ribera no quiere hacerse fotos en Valencia, pero veremos lo que tarda en hacérselas en Bruselas desbordada por la alegría de poder por fin salir de España. Otros igual también tienen que irse porque alguno se ha puesto a cantar.
La opinión, como cada viernes, de Diego Jalón en TRIBUNA
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