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El ayer, hoy y mañana en el arte de torear se unieron en Santander

Enrique Ponce, Morante de la Puebla y Fernando Adrián triunfaron en el coso de Cuatrocaminos

El ayer, hoy y mañana en el arte de torear se unieron en Santander
Los tres diestros en la corrida del martes en Santander. Arjona/Lances de Futuro
Jesús  López Garañeda
Jesús López Garañeda
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Tres imágenes imperecederas e integradas en el Arte de torear salieron por la puerta grande de Santander en la cuarta de feria, izados entre aclamaciones y aplausos agradecidos del público. Ellos fueron Enrique Ponce, Morante de la Puebla y Fernando Adrián tras despachar una corrida de Domingo Hernández, más de sutileza que de genio, terciada, anovillada y de presencia elegida para la ocasión, porque como dice el refrán: "la pintan calva". Pero no obstante como decía un compañero de fatigas con el que presencié la corrida: ¡Qué bonito es el toreo! tras el triunfal resultado, con emoción a raudales desperdigada toda la tarde por quienes estuvieron y acudieron a la corrida en el moreno y luminoso coso de Cuatrocaminos.

Como todos los días, antes de romper el paseíllo, la Banda municipal de Santander interpretó el Himno Nacional y antes de abrirse el toril para la suelta del primero de la tarde, los aplausos se arrancaron espontáneamente e hicieron corresponder a Ponce en su despedida y a Morante en su llegada de nuevo con la resolución, elegancia y hondura, contestando toda la terna desde el tercio.

Enrique Ponce es el ayer del toreo, en esta despedida merecida como premio a una vida dedicada al arte de torear. Por ello, las peñas desplegaron una gran pancarta en la que daban las gracias al maestro Ponce por su obra y que incluso, a capela, cuando iba a salir el último toro lidiado por el de Chivas, toda la plaza le dedicó la canción marinera de Santander, llegando incluso a emocionar palpablemente al torero.

Había brindado el primero de la tarde a Morante, un "ojiblanco" u "ofiblanco" noble, terciado, justo de fuerza al que toreó con el deseo siempre de agradar y que rubricó con una estocada entera por lo que recibió una oreja y un aviso por alargar la faena. Luego frente al cuarto "un labrador" flojito, con movilidad y noble, la Banda le tocó "la Misión", y además puso el torero en su faena todo lo que le faltó al toro. Tras despacharlo de estocada entera, recibió las dos orejas del ejemplar con una vuelta al ruedo clamorosa, premio a toda una vida.

Morante de la Puebla, el renacido para la causa torera, estuvo impecable. Saludó elegante con el capote a "Piñonero" y realizó un quite señero, abriendo la faena de inicio garboso, atemperando la velocidad del toro, refrenando su embestida donde destaco una trincherilla y dos naturales inolvidables de esos que quedan grabados en la retina para siempre. Tras conseguir una estocada entera caída de efecto fulminante fue premiado con una oreja y petición de la segunda que no fue concedida con buen criterio del Palco.

Frente al quinto de la tarde un bravo "Algodón" de Domingo Hernández, Morante mostró la suavidad de su cadencia torera, plena de hermosura, distinción y aprecio de todos, toreándole a placer y convencido de estar marcando el hoy de la fiesta de toros, tras su vuelta al tajo de la vocación. Otra oreja para el esportón y la puerta grande se descorrió para él.

Completaba el futuro del toreo, Fernando Adrián, hambriento de gloria y entrega, tanto que recibió a "Prestigioso" con una larga y dos faroles de rodillas, para ponerse delante con toda el alma de su buen hacer. De tal forma que recibió el achuchón del toro sin consecuencias. Brindó el ejemplar a sus dos maestros, Ponce y Morante, y Adrián cogió su muleta como Jonny su fusil e interpretó una sinfonía de arrimo y entrega en el arte de torear, poniendo la plaza en pie. No faltaron cites por detrás ni redondos que dieron una inmensidad a su obra artística y devocional impresionante. Remató con una estocada entera y, pese al aviso recibido, las dos orejas cayeron de forma merecida en sus manos. A estas uniría una más cortada al último de la tarde que le zarandeó de malas manera, aunque sin consecuencias.

En fin. Este martes en Santander hemos visto el ayer, el hoy y el mañana del toreo en tres personalidades a las que todos reconocemos su mérito, su decisión, su pasión y su esfuerzo. El único pero, los chicos toros lidiados esta tarde, algo así como si se hubieran elegido a moco de candil. Pero bueno, todo era hoy un atardecer de emociones y por eso se perdona cualquier error porque Santander es la plaza del cielo.