"Un personaje fascinante cuya historia real transcurre en la Roma del siglo XVII" y con el que la escritora regresa al 'thriller'

Habla atropelladamente e intercala autores, títulos y citas de autores a destajo. Luis Artigue (Villalobar, León, 1974) acaba de publicar su octava novela, 'Trumpsilvania' (Eolas), donde idea fantasías imposibles que intercala con realidades que no aterran menos. Dice que le da miedo la deriva política y social del mundo, y que por eso escribe novelas de miedo. Para compensar, de vez en cuando vuelve a la poesía que lo lanzó al mundo de las letras, y va alternando: lee, escribe, lee, cuenta... Este miércoles presenta su obra en la Sala Región del ILC (18:30), con Pedro Trapiello como maestro de ceremonias.
- Publica su octava novela, Trumpsilvania, una obra un tanto delirante. ¿Cuándo se puso a escribirla y por qué?
- ¿Delirante? Recibo ese adjetivo como un cumplido… El fantástico no es el mero delirio del que habla la psicología, sino que tiene siempre, sea advertido o no, una función crítica y reflexiva: el fantástico, como decía el crítico francés Roland Barthes, siempre tiene un efecto de realidad. Pero es cierto que existe un errático lugar común que dice que lo realista es sensato, y lo fantástico es delirante. Sin embargo ya Erasmo de Rotterdan en el Elogio de la locura nos enseñó que, muy al contrario, desde el aparente delirio se habla con más rigor y seriedad y profundidad de eso que desde el asfixiante oficialismo llaman realidad, o llaman normalidad. Trumpsilvania, mi octava novela, no es delirante a mi juicio sino loca en el sentido de El Quijote, por ejemplo. Cervantes, heredero de Erasmo, nos enseñó que a menudo se llama locos a los que tienen imaginación, a los que no se conforman con lo manido, a los que ven el mundo de otro modo, los que al final de una calle giran a la izquierda cuando se suponía que tenían que girar a la derecha o miran arriba cuando se suponía que tenían que mirar abajo, y, haciendo eso así, de forma irreverente, heterodoxa y creativa, amplían lo que se entiende por normal para que dentro de la normalidad quepamos todos. Trumpsilvania es delirante como El Quijote de Cervantes, como 1984 de George Orwell, como Un mundo feliz de Aldoux Husley, como El hombre en el Castillo de Philip K Dick, como las ciudades invisibles de Italo Calvino, como las novelas de las ciudades de sombra de Luis Mateo Díez… En efecto, actualmente a menudo se llama aún locos a los visionarios, a los que son capaces de ver que el mundo puede ser de otro forma. Pero sin los visionarios que ven que el mundo puede ser de otra forma no habría revolucionarios, que son los que luchan porque el mundo pueda ser de otra forma… ¡Vivan mis maestros locos! ¡Sí, me puse a escribirla cuando me di cuenta de que el Drácula era una novela política que avizoraba la llegada del Tea Party, el neofalangismo, y el neofascismo!... En este sentido, Trumpsilvania es una novela loca que se inscribe en la tradición de obras que a lo largo de toda la historia han operado en contra de la arbitrariedad del poder y en pro de un mundo mejor.
- ¿Cree que la ficción puede superar esta realidad que vivimos?
- La ficción, en mi opinión no intenta superar a la realidad, pues no compite con ella sino que la complementa. La ficción realista ahonda en la realidad, la desmenuza, la carga simbólicamente, la organiza y la da estructura y sentido. Y la ficción fantástica amplía la realidad, la desmaterizaliza y espiritualiza y trasciende y eleva, y además juega con ella y la hace divertida y soportable y resumuble. Pero además, lo fantástico da mucha libertad. Y es que el proceso de vivir en sociedad supone ir creciendo hacia lo social y lo global, y supone ir perdiendo la intensidad imaginativa y la potencia vital que teníamos cuando niños y adolescentes. Pero las novelas fantásticas son algo que hay que leer mucho hoy porque nos ayudan a ser adultos sin perder nuestra potencia fabuladora infantil, y nuestra inocencia, que lo intensificaba todo. De hecho, vivimos actualmente en una época caracterizada por la saturación de realismo: hay demasiada realidad y demasiada actualidad. Por eso nunca hemos necesitado tanto como ahora la ficción en general, y la ficción fantástica en particular. A mi entender, el fantástico, la ficción de la imaginación, no es sólo entretenimiento sino también, como dice Guillermo del Toro, un camino a la verdad. En el fantástico, como en la mitología, no sólo hay imaginación sino también verdad y sentido. Por ejemplo, nada como retomar la figura fantástica del vampiro en una novela para contar la realísima evidencia de que no hemos avanzado nada: que hoy, como antes, el mundo está lleno de vampiros; de gente que le saca la sangre a los demás; de vendedores y vencidos… ¡Pero cuanto más chunga es la realidad, mejores son las novelas fantásticas!
- Dicen en el libro que esta es su novela menos loca...
- Desde luego: parece una novela fantástica como todas las mías, pero es la más apegada a lo que está pasando en el mundo. Que vuelve el capitalismo salvaje y reaccionario que, como el Drácula de Bram Stocker, defiende un mundo con amos y esclavos en el que unos vivan de chuparle la sangre a los otros.
- ¿Le interesa la política? ¿Qué le parece Trump? Su presidencia va a volver a superar todas las expectativas...
- Como dice Roland Barthes, hacer literatura es siempre un acto político. Yyo nunca me olvido al escribir que soy un ciudadano. Y más aún hoy… Porque Trump habita el mundo y lo empeora, uno al escribir no debe deponer sus formalidades revolucionarias. Por eso no impido que de nuevo las metáforas se espesen como coágulos. Da igual que eso haga que en mis novelas la belleza y la locura estén unidas como dos ángeles que hacen el amor en pleno vuelo. La imaginación gana todas mis batallas. Me lo enseñó David Lynch.
- ¿Se ha pasado directamente a la novela, o también sigue escribiendo poesía, como en sus inicios?
- Estudié en Norteamérica, y aprendí que allí todos los escritores escriben de todo. Hago mucho periodismo, y tras cada novela, escribo un libro de poemas. Intercalar a mí me viene bien. El año pasado publiqué mi noveno libro de poemas, 'Helena', y ahora publico mi octava novela. Pero, aunque en poesía amo la sensibilidad y la audacia metafórica, y en novela amo la narrativa de la imaginación, todo lo escribo igual: trabajando mucho el lenguaje, tal y como me han enseñado a hacer mis maestros de la escuela leonesa, como José María Merino o Julio Llamazares.
- Cuenta usted que se hizo funcionario de un ayuntamiento para poder tener tiempo para leer y escribir...
- Es lo que aprendí de maestros como Luis Mateo Díez: la administración local; nada deja más tiempo a una persona para poder procurarse una formación de alto nivel, para leer infatigablemente y ser escritor. Y teniendo en cuenta esto, sí, me solucioné la vida antes que el arte para poder gozar de una libertad creativa impresionante que me ha convertido en una persona feliz y realizada. Carezco de la paciencia y las cualidades que se necesitan para la docencia, pues en las aulas yo lo que quiero ser y seguir siendo siempre es estudiante: por eso no he dejado nunca de estudiar, que es mi gran placer… Y sí, no han sido pocas las ofertas que he recibido para irme a vivir a Madrid o a otras partes, y para desempeñar otros trabajos, pero yo, por raro que parezca, en la vida he encontrado mi sitio: León, la administración local, y un despacho en una biblioteca. Soy como un monje medieval dedicado a la cultura.
- ¿Qué disfruta más, la lectura o la escritura?
- Amo la lectura con pasión obsesiva: de hecho me declaro no bibliófilo sino bibliópata, y no lector sino relector, pues los libros que me fascinan tengo la necesidad de leerlos más de una vez: los libros importantes de cada tradición (que no son tantos, es algo abarcable) más que leerlos, prefiero estudiarlos.
- Se define en esta obra como novelista de la imaginación...
- Así es. Y, cuando hablamos de novela de la imaginación hablamos de la narrativa con alto nivel de invención que es obra de un individuo adulto que no ha perdido la pasión y la fidelidad a sus sueños primeros; a las historias, los personajes, los ambientes y las ensoñaciones que le fascinaron desde niño; a los monstruos de su santoral.
- ¿Qué lee Luis Artigue?
- Me gusta mucho la ciencia y el derecho, y también leo mucha filosofía y mucha literatura, y algo sobre cine y sobre música, en especial sobre Chopin y sobre jazz. Y leo poesía todos los días, así como leo la prensa todos los días, y pago por la información, esto es, compro el periódico. Y todos los meses leo un libro de teología (me alimenta mucho eso en muchos sentidos) que me proporciona don Juan Manuel, el bibliotecario de la impresionantemente rica y casi desconocida biblioteca del seminario San Froilán de León, sita enfrente de la catedral, y que casi nadie en la ciudad visita, pero de la cual yo soy adepto.
- ¿Qué tres libros han marcado su vida?
- La Biblia, las 'Odas Elementales' de Pablo Neruda y 'Crónicas marcianas' de Ray Bradbury. ¿Sólo tres? ¡Cómo me fastidia dejar fuera 'Las Confesiones de San Agustín' y 'El bosque de la noche' de Djuna Barnes y 'El Hacedor de Estrellas' de Olaf Stapledon…
- Se declara usted discípulo de Merino, Mariana Enríquez y Thomas Pynchon. Dígame tres autores más que le emocionen.
- Safo de Lesbos, Antonio Gamoneda y San Juan de la Cruz. Aunque si hablamos de autores de música escucho música seria (Bach), y también música comercial (Beethoven, Mozart, etc).
- Esta novela está editada por la leonesa Eolas, abre la serie Fantasy&Pulp. ¿Continuará publicando títulos en esta colección?
- La editorial Eolas es una maravilla: soy un privilegiado por formar parte de su catálogo.
- Se declara usted cinéfilo empedernido, y ciertamente hay mucho de cine en sus libros... ¿qué cine ve? ¿cuál le interesa?
- Trumpsilvania en efecto bebe en efecto tanto de la literatura como del cine. A mi juicio tiene por igual influencias de la literatura y del cine… De hecho el vampiro trumpista de mi novela tiene influencias de los vampiros literarios clásicos como el de Polidori, el de Stoker, el de Théophile Gautier, y el de Sheridan Le Fanu pero también los modernos vampiros de los libros de Lisa James Smith como The vampire diaries y los de Clive Barker como Books o Bloood y los de Karen Russell como Vampires in the lemon grove stories, que muestran inmejorablemente que el fantástico rebasa los bordes de todo porque habla de las multivalentes propiedades de nuestras vidas, de la manera en que un momento puede ser devastador, hilarante y terrorífico a la vez, hasta los vampiros-sanguijuela del cine de John Carpenter, y los vampiros del cine de Polanski repletos de humor absurdo, y los vampiros cutre-gore de la genial Martin, de George A. Romero… Se clasifica a la ligera la novela dentro de las artes verbales y el cine dentro de las artes visuales, pero el fantástico es tan imaginativo y plástico que borra esa delimitación. Yo he querido ir más allá, y que esta novela se funda con el cine, y tenga director, actores y banda sonora. Pero mi vampiro no es un monstruo maligno sin vida privada –como en el Drákula de Bram Stooker-, sino más bien un ser familiar y con conciencia –como en Entrevista con el vampiro de Anne Rice-.De hecho hay un capítulo de mi novela Trumpsilvania, uno en el que una maléfica Marilyn Monroe le muerde el miembro viril a Brad Pitt y lo escupe ensangrentado sobre la línea blanca de la carretera, el cual está inspirado en Suspiria, de Dario Argento Hay mucho que aprender del cine de Dario Argento: sus asesinos, sus doncellas, su salvajismo y su sentido de la perversidad están fuera de control, pero su narrativa está totalmente milimetrada. Y acaso por eso Trumpsilvania es algo más que una novela de vampiros: es una crítica al capitalismo salvaje que económicamente consiste en que unos vivan de chuparle la sangre a los otros, lo cual hace que en las relaciones sociales unos vivan chupándole la energía a los otros, y en las relaciones de pareja sean también impositivas porque el amor se degrada al convertirse en uno anulando al otro (esto lo explica muy bien Dan Simons en su libro Los vampiros de la mente, donde dice que vampiro psíquico es aquel individuo, hombre o mujer, que chupa, succiona o parasita la "energía psíquica" de aquellos individuos que le rodean)… A mí me gusta pensar, contestando a la pregunta de qué tipo de influencia cinéfila tiene Trumpsilvania, que se trata de realismo visionario semejante al de los grandes del cine fantástico de serie B italiano como Dario Argento, o del fantástico de serie B americano como Gorge A Romero, o de los grandes del cine fantástico español de serie B como Paul Nascy y Jess Franco (esos cineastas de culto que tanto han influido a los magníficos cineastas actuales con querencia por el terror la imaginación la audacia y el pasote tales como Guillermo del Toro, Quentin Tarantino, Nacho Vigalongo y Eloy de la Iglesia)… Ése es el cine que me interesó a la hora de escribir esta novela valiente porque sigue una tradición minoritaria y friki que en España, un ámbito de tradición realista, pocos siguen… Es indudable que para escribir novela fantástica en España hay que ser valiente como un perro que ladra a un ovni.
- ¿Ve la vida diferente desde que cumplió los 50? Con los años, ¿le han cambiado mucho las prioridades?
- Todavía estoy empezando a ver la vida. Ya lo dijo Chaplin: todos somos aficionados pues la vida es tan breve que no da tiempo para más.
- ¿Hacia dónde va ahora Luis Artigue?
- Voy al paso del mundo, y me da miedo la deriva política y social del mundo, por eso escribo novelas de terror como Trumpsilvania, para dejar que el miedo nos ilumine. De hecho, alguien me preguntaba hace poco: ¿por qué en vez de novelas fantásticas con querencia por el desfase y el pasote como instrumento político no escribes novelas más normales? Respuesta: porque lo normal está sobrevalorado.
- ¿Cuál será su siguiente proyecto literario?
- Estoy escribiendo un ensayo sobre la historia de la filosofía española, una novela histórica sobre el París del II Imperio, una novela fantástica en primera persona sobre lo que se siente cuando te operan el cerebro y todos creen que estás en coma, y un libro de poemas dedicado a mi persona favorita del mundo, mi compañera de vida Helena: "¡contemplad el rostro de la mujer que hizo zarpar mil barcos!". A ver si termino algo.
"Un personaje fascinante cuya historia real transcurre en la Roma del siglo XVII" y con el que la escritora regresa al 'thriller'
"Se refuerza la idea de que sea un centro de referencia, de cultura viva y con protagonismo de la poesía universalista", subraya el autor
El Palacín de León muestra hasta el 15 de junio su colección fotográfica 'Notas de viaje', "una de las más importantes del país"
Fernando Aramburu, Sara Mesa, Belén Gopegui y Ray Loriga protagonizan las novedades literarias del próximo mes