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Cosas para celebrar

Cosas para celebrar
Diego Jalón Barroso
Diego Jalón Barroso
Lectura estimada: 5 min.

Hay días marcados en el calendario. Y cosas para celebrar, como el cumpleaños de aquellas elecciones del 23 de julio, en las que Sánchez consiguió dar la vuelta a esas encuestas que le situaban fuera de sus amados palacios y apeado del Falcon, el Superpuma y el coche oficial. Esa misma noche, de la que hace un año esta semana, echó cuentas y, ale-hop, le daba la suma. No ganó, pero sí pudo decir "somos más".

Y explicarnos que "aquellos que planteaban el machismo y el retroceso en derechos y libertades han fracasado en el día de hoy. Y el bloque involucionista del Partido Popular con Vox han salido derrotados. Somos muchos más los que queremos que siga España avanzando". Y, por orden de izquierda a derecha, en la foto de aquella noche quiero decir, Begoña, Santos Cerdán, la estomagante y desinhibida ministra de Hacienda y Cristina Narbona saltaban y aplaudían sobre el andamio. Todos tenían mucho que celebrar.

No es que nuestro presidente se caracterice por la profundidad de su pensamiento político y menos aún por la solidez de sus principios. No lo digo yo, lo dijo hace menos de un mes el propio Sánchez en la presentación de la Fundación Avanza: "Creo que, si algo distingue a la socialdemocracia, pero también al pensamiento progresista más amplio, es nuestra mejor disposición, una disposición siempre permanente, a adaptar nuestros principios a las necesidades de cada momento". Más que socialdemocracia o progresismo, esto parece marxismo del bueno. Del de Groucho, quiero decir.

En esto de los principios flexibles o los cambios de opinión, y en dos frases que tristemente definen toda una época de la política española, se puede condensar la inmensa aportación de Sánchez a la filosofía política: "No es no" y "somos más". Es cierto que así, tomadas de una en una, no parecen gran cosa, aunque tengan la ventaja de ser pegadizas y fáciles de recordar.

Pero el "no es no" resume a la perfección eso a lo que se ha dado en llamar "sanchismo", esa cultura política fruto del vaciamiento y la aplicación del arte de la taxidermia a un partido antes socialista, obrero y español. Consiste en la deriva hacia una política de polarización basada en la estigmatización por "fascista" de la otra fuerza política mayoritaria en el país, ese partido que logró 186 diputados en 2011, por parte de quien en 2016 se quedó con sólo 85. Y en el bloqueo total de los mecanismos transversales de entendimiento y consenso de nuestro sistema constitucional. Además del abandono de la centralidad, la ruptura de las reglas del fairplay político, la arbitrariedad en el ejercicio del poder y el clientelismo desvergonzado.

"Somos más" es la otra frase trascendental de su reinado. Con ella no se refiere a su partido, que perdió las elecciones. Ni siquiera a esa coalición progresista con lo que queda de Yolanda. "Somos más" es la suma de peras y manzanas de ese agregado de fuerzas parlamentarias de cualquier orientación ideológica o relación con el orden constitucional. Excluyendo por supuesto a los dos partidos a la derecha, que sumaron 11 millones de votos. Esa suma que hizo posible una investidura cuyo único objetivo es el de crear las condiciones que hagan inviable la alternancia en el poder en España para perpetuarse en el poder. Lo más triste es que ni siquiera esta simple idea es suya, la copió de Pablo Iglesias.

Pero el "somos más" se ha demostrado tan falso y peligroso como el que lo pronunció aquella noche de la que ahora celebramos un año. Ya está claro que esta legislatura solo servirá para seguir habitando en la Moncloa a cambio de la impunidad mediante la amnistía de los responsables de la insurrección de 2017. Ni hay legislatura, ni hay gobernanza, ni siquiera hay la más mínima perspectiva de esas reformas de las que tanto presumen Sánchez, Bolaños o MJ. Lo que sí tenemos es un envilecimiento institucional que ya comenzó en 2019 y que ahora galopa desbocado.

En el Pleno del Congreso del primer cumpleaños de aquel 23 de julio, cayó el velo y pudimos contemplar a un Gobierno desnudo y en minoría absoluta. Las cuentas dejaron de salir y ya no "somos más". Después de no ser capaz de aprobar más que la ley de amnistía, los de Sánchez y su claque perdieron la votación de la ley de extranjería y la del marco de estabilidad presupuestaria, paso imprescindible para unos presupuestos.

En lo primero, se demuestra el carácter de Junts y sobre todo el de quien los hizo partícipes de su sociedad limitada a cambio de pasarse la Constitución por el forro. A Cataluña ni un menor inmigrante porque "a nuestras costas no llegan pateras". Y en lo segundo, pues simplemente que Puigdemont ha pasado a la oposición. Al fin y al cabo, él tiene el mismo derecho que Sánchez a ser presidente. Porque haciendo las cuentas de la misma forma, también Carles puede decir que "somos más". Sólo necesita los votos del PSC, como Sánchez necesitó los de Junts.

"Vayan buscando otros caminos, que no pasarán por Junts per Catalunya, para poder aprobar sus Presupuestos Generales del Estado", dijo la diputada Nogueras, una gran progresista defensora de España y la Constitución, si atendemos a la lógica aritmética de nuestro presidente. Y a partir de ahí, pues sólo queda cerrar el acuerdo con ERC y celebrar el nombramiento de Illa como presidente de Cataluña.

Y luego, a lidiar con esa jauría inhumana y despiadada que acosa al presidente de una democracia en la que los ministros insultan a los jueces y los acusan de prevaricar, aunque luego no los denuncian. Lo que no acaba de encajar es que siendo esto un claro caso de persecución política diga luego Sánchez que está dispuesto a "colaborar con la justicia". Aunque sea por escrito, que es como mejor maneja la palabra el ilustre autor epistolar.

Cuando resuelva sus cuitas con Peinado, ya sea oral o manualmente, pues a irse de veraneo con la imputada. Les esperan Doñana y la Mareta, que este año no se tienen que ir a pasar calor a Marrakech ni rendir tributo a Mohamed. Y los españoles, pues también de vacaciones, a donde pueda cada uno y según cómo, que la economía va como un cohete. Decir lo contrario es un bulo, y eso también es cosa para celebrar.

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