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La pena máxima para Isabel Carrasco: que te asesinen y te condenen al olvido

Una década después de que tres mujeres perpetraran un crimen injustificable (todos lo son), pocos recuerdan con cariño a la presidenta del PP. "La vida en León, y sobre todo en el partido, es mejor sin ella", dice una exalcaldesa off the record

La pena máxima para Isabel Carrasco: que te asesinen y te condenen al olvido
Carrasco, en la miniserie Muerte en León.
Susana Martín
Susana Martín
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Un martes, al día siguiente de que Isabel Carrasco fuera abatida a tiros en el centro de León, un vecino anónimo de la ciudad apareció en un informativo nacional opinando sobre el crimen y soltó algo así: "Hombre, por muy tremenda que fuera, matarla me parece excesivo". Esta semana, al cumplirse una década del asesinato a la todopoderosa presidente de la Diputación y del PP de León, los medios de comunicación le hemos dedicado a aquel suceso casi tantas páginas y minutos como entonces. Fue tremendo vivir en una redacción aquella jornada, entre la estupefacción, la conmoción y la incredulidad, y es curiosísimo cómo en estos diez años Carrasco parece ser para la mayoría de la ciudad poco más que un mal recuerdo.

Una mujer de 59 años que lo era todo en esta provincia es abatida a tiros en plena calle y nadie en este tiempo ha querido rendirle homenaje. Significativo, cruel, imperdonable especialmente para los que un día fueron sus compañeros de partido, esos que al día siguiente de su muerte ya estaban dándose empujones para coger sitio, ya sin la presión de tener que soportar los bufidos histriónicos de ella.

Este domingo no pude despegarme de la pantalla viendo el documental en que la televisión local La8 ha trabajado en los últimos meses. En los cinco capítulos de 'Matar a la presidenta', un puñadín de personas (políticos, periodistas, funcionarios, forenses, amigos de Carrasco) desgranan algunas claves de un crimen del que nunca tendremos todas las respuestas.

En el primer capítulo, un expresidente de la Junta dice: "En ningún caso Isabel merecía un final tan dramático". Me recordó inmediatamente al señorín random que opinó con ácida inocencia sobre el crimen en 2014: "Matarla me parece excesivo", soltó, y así se escuchó en todo el país, como si esa justificación silenciosa que había en buena parte de León ("qué mala era, qué daño hizo") se soltara al mundo para normalizar la poca pena que conmocionó a la provincia.

Sigamos con ese documental que se emite también esta semana, cada noche, en la TV de Castilla y León (canal 7). Sorprendentes algunas presencias (una se pregunta , si no vas a contar la verdad, o si no tienes ni idea, ¿para qué dar la cara?) y nada sorprendentes tantas ausencias, tantos 'no' de tantos del entorno de Carrasco a la hora de rendir un pequeño tributo a una mujer que fue a-se-si-na-da. 

"Se me quedó grabada una frase de Loreto, su hija: Mamá no era mala", recordó un exdelegado de la Junta en León. "Muchos echan de menos su excelencia", dijo luego un tertuliano, "echamos de menos su forma de hacer las cosas". "Era un ser humano", consideró un político que no parecía muy convencido. "Más gente se alegró que se apenó", lanzó un periodista. "Instauró la dictadura del terror" entre los funcionarios del Palacio de los Guzmanes, dijo una periodista recordando las sentencias que solía predicar el difunto Matías Llorente, una de las pocas personas que habló alto y claro a la presidenta en vida de ambos.

"Aquí no hay manos negras ni fantasmas", dijo una expolítica amiga de Isabel. "Carrasquistas hemos sido y dejado de ser todos", añadió un político del Bierzo. "El partido no estaba unido en vida de Carrasco, estaba callado", corrigió un periodista a la actual presidenta del partido, Ester Muñoz. "De ella, prácticamente sólo queda un cuadro", convinieron varios de los participantes en el documental. Y alguien constató una realidad: "Entre el olvido y el heroísmo, León eligió el olvido para Carrasco".

En un trabajo de hemeroteca en el que las pocas lágrimas que se vieron eran las de la hija de Carrasco en el funeral, me dejó muy tocada el testimonio del juez del caso, Carlos J. Álvarez: "La justicia no es un espacio donde deba descubrirse la verdad real". ¿En serio? Algo así como que lo que importa de verdad son los hechos juzgados, lo que refleje la sentencia, y que los detalles que no se esclarezcan tampoco son imprescindibles, y que la verdad de lo que ocurrió entre las tres condenadas por el asesinato (Montserrat González, Triana Martínez, Raquel Gago) sólo la saben ellas (¿y sus abogados?).

Dudo que Gago hable jamás, para qué, si ya lo ha perdido todo. Pero no creo que la madre y la hija se priven de contar "cosas" cuando salgan de prisión, que ya no queda tanto... Me da que el dinero que pongan sobre la mesa las productoras y plataformas será decisivo, y me da que esta semana hay quienes están pelín nerviosos, y no me extraña nada. Si de verdad cuentan, verán ustedes qué tormenta cae.

Y otra gran incógnita, además de la participación de Raquel Gago en el crimen (estar, estaba, ¿por qué?), el papel del policía jubilado que siguió a la autora confesa de los disparos. ¿Sabremos algún día por qué negó haber llamado esa tarde a Urgencias (aunque se escuchó claramente su voz en el juicio) y qué hay de cierto en que Carrasco tenía tanto miedo en 2014 que sí tenía mediocontratada una contravigilancia? ¿Era casual que ese hombre anduviera por la zona justo a esa hora?

Otros testimonios sobre Carrasco

No debe de haber mucho periodista en León que no haya contado/escrito estos días alguna anécdota relacionada con cómo era Carrasco. Que si era "extravagante, provocadora, cruel, divertida con quien quería, chillona, mandona, implacable, agria, hábil, buena gestora, resolutiva, agresiva, un animal político irrepetible, despiadada, vanidosa, listísima, cambiante, de mal carácter...". De todos los que he ido anotando en mi cuaderno de trabajo (nos da por escribir para no olvidar nada importante), me quedo con un comentario que me hizo un colega periodista: "Qué pena que te asesinen y nadie te quiera recordar".

De mis llamadas a políticos que se relacionaron con Isabel, subrayé otra frase demoledora que me dijo (parecía sincera) una exalcaldesa del PP: "La vida en León, y sobre todo en el partido, es mejor sin ella. Si hay un infierno, estará allí seguro".

Y comentarios de otros políticos que no guardan muy buen recuerdo de ella: "Ponía a la gente al límite", "Nos arruinó la vida a media familia", "Dejó muchos damnificados", "A sus enemigos, nos mandaba vigilar", "Mandó presionar a testigos del caso kilometrajes", "Elegía qué periodistas le entrevistaban, preferiblemente hombres", "No le gustaba tratar con mujeres", "Tuvo que pelear mucho y hacerse a sí misma en un mundo de hombres", "Nos enviaban los plenos ya escritos, al dictado"...

El tema Carrasco da para varios libros, tres miniseries y hasta una película de las de sobremesa. Tantas aristas como anécdotas se cuentan sobre ella por estas tierras de un país donde sabemos enterrar muy bien (Rubalcaba dixit), aunque en el caso de Isabel Carrasco no se cumple el dicho y la mayoría de su partido no es que hable bien de ella, es que ni se molesta en recordar a una mujer que, perfil personal aparte (tampoco tenemos por qué no contar cómo era, que ya han pasado diez años), fue asesinada por otras dos mujeres ¡de su partido! y una policía local. Supérame eso, Netflix.