El hombre tenía 69 años y la mujer 67, según han confirmado fuentes oficiales
Llegó sobre las 10 de la mañana, como estaba previsto, pero tardó en entrar a declarar casi tres horas. Raquel Díaz llevaba 1.263 días esperando a que llegara este lunes 11 de diciembre. Está emocionada, feliz, muy nerviosa. Llegó a la Audiencia Provincial de León escoltada por varios agentes de la Policía Nacional y su máxima preocupación era "no encontrarme con mi agresor". Tres años y medios después del último episodio de violencia que contó haber sufrido en Toreno, aún le tiene pánico a su exmarido, el expolítico berciano Pedro Muñoz, que desde este lunes declara como procesado por intentar matar a Raquel el 27 de mayo de 2020.
Nada que ver el estado en que declaró en octubre de 2020 en los juzgados de Ponferrada con la situación de la abogada leonesa a día de hoy, tranquila, coherente y mucho menos medicada. Pidió un biombo "para no ver en ningún momento" a Muñoz durante su declaración y estuvo tranquila y serena, aunque rompió a llorar en varias ocasiones al relatar detalles de su calvario junto "a ese hombre".
- "Si no quiere declarar, tiene ese derecho", le dijo el presidente de la sala, el magistrado Carlos Miguélez.
- "Quiero declarar", respondió ella. "Este señor a mí me rompió la vida".
Juró decir la verdad, y empezó respondiendo las preguntas de la fiscal, Inés Lescún, la misma fiscal que intervino durante la larga instrucción del caso, a quien Raquel ya conocía de su etapa profesional en Ponferrada, donde era abogada y formaba parte del turno de oficio de violencia de género.
Las declaraciones de Raquel -a preguntas de todas las partes- fueron contundentes. Le temblaba la voz, pero habló sin pelos en la lengua. "Sufrí malos tratos durante todo el tiempo que duró la relación". "Decía que iba a acabar conmigo y que iba a matar a mi familia". "En agosto de 2018 me pidió que nos casáramos para poder abonar la campaña electoral. Gilipollas de mí, caí en la trampa". "Siempre discutíamos por la política. Si le llevaba la contraria, yo acababa cobrando o violada", le dijo a la fiscal.
"Cuando yo me plantaba, él se volvía más gallito, es un psicópata narcisista", dijo Raquel, y se echó a llorar al recordar los insultos que le profería Muñoz: "Cuando me llamaba hija de puta me dolía mucho, porque mi madre había muerto a los 58 años".
Cuando la fiscal le recordó a Raquel que en su anterior declaración en sede judicial (en octubre de 2020) no había relatado episodios de agresiones sexuales, ella explicó que "había estado en coma y tuvo que volver a aprender todo", y señaló que "esta es la verdad de lo que ocurría, me tumbaba en el sofá o en la cama y ahí se producía la violación. Me obligaba a mantener relaciones de todas las maneras posibles".
"A mí nadie me contó lo que me había pasado cuando desperté del coma, no sabía si había tenido un accidente", explicó Raquel, "y recuperé los recuerdos porque empecé a tener pesadillas con todo lo que había pasado, eran recurrentes".
"La Policía Local no me auxilió en marzo de 2018"
Uno de los episodios más inquietantes de cuantos recoge el sumario del caso se refiere a una llamada que realizó Raquel Díaz al 112 el 13 de marzo de 2018 desde el domicilio habitual de la pareja en Santo Tomás de las Ollas, una llamada que la mujer hizo durante "otra paliza" y que nadie atendió nunca porque la Policía Local se dirigió a otro domicilio (gracias a la fiscal, hay otra causa abierta en el juzgado número 6 de Ponferrada contra varios agentes de la Policía Local por falso testimonio).
"Ese día discutimos por política y él me tiró contra el sofá, yo llamé al 112 sin que se diera cuenta, y cuando vio la llamada colgó y lanzó mi móvil contra la pared", relató Raquel. (El sumario recoge la extraña actuación de la Policía Local del Ayuntamiento de Ponferrada, que Raquel atribuye a la buena relación de su exmarido con el jefe de la Policía, Arturo Pereira, a quien Raquel nombró este lunes en varias ocasiones. Declarará este miércoles por videoconferencia, así como los agentes intervinientes en la actuación, que acudieron a otro domicilio porque alguien había escrito en la ficha del móvil de Raquel el domicilio anterior de Muñoz y la inscripción 'Pedro Muñoz', que entonces era concejal de Bienestar Social de Ponferrada).
Antes de que entrara Raquel en la sala, durante la declaración del procesado, Lescún quien solicitó la audición de la grabación de dos de los episodios de violencia grabados que forman parte del sumario, entre ellos el episodio del 112 en 2018. Los audios emocionaron a buena parte de la sala y provocaron algunas lágrimas entre los periodistas y el público. Los gritos desesperados de Raquel, los golpes y la posterior reacción "cariñosa" del presunto agresor eran similares tanto en ese episodio como en otro que se produjo en febrero de 2020 en Toreno y que Raquel grabó con su móvil, aunque ahora no recuerda todos los detalles.
"Cada día una se siente menos válida y más culpable", llegó a decir Raquel al Ministerio Fiscal. También contó que el extrañísimo acta notarial que ella firmó ante un notario de Ponferrada "amigo de Pedro Muñoz" lo rubricó "porque él me obligó a ir al notario, su íntimo amigo José Pedro".
Qué ocurrió en Toreno el 27 de mayo de 2020
Respecto al episodio más terrible de cuantos recoge el sumario del caso, en el que Raquel "quedó" parapléjica y con graves daños neurológicos, fue contundente Raquel: "La discusión fue el día anterior porque yo no quería que fuese al Ayuntamiento a un minuto de silencio para posar ante la prensa (ella es hipocondriaca y él había sufrido un infarto unos años antes), "porque para mí la política es otra cosa, hacerla de tú a tú, no ir a hacerse una foto por las víctimas del covid".
Fue duro escuchar su relato acerca de cómo se desencadenó la bronca que desembocó en una nueva agresión, según contó Raquel, que explicó que ella había decidido irse al día siguiente y que, cuando él la vio hacer las maletas "se puso furioso y estaba fuera de sí".
"Me agarró por el cuello y me arrastró hasta la terraza. Me levantó y me lanzó contra el pozo. Él salió de la casa diciendo 'zorra, hija de puta, ¿sigues viva?' y cogió con todas sus fuerzas y me arreó golpes en todo el cuerpo con un palo hasta romperme entera. Después me arrastró dentro de la galería, donde me tumbó en el suelo y me puso un cojín en la cabeza. Juraría que también ese día me disparó con una pistola de perdigones en el vientre".
"No sé decir cuánto tiempo después de tirarme por la terraza él salió de la casa mientras decía 'zorra, hija de puta, ¿te has muerto ya?, ¿ya te has enterado de que la única forma que tienes de librarte de mí es muerta?' Como era enfermero, me tomó el pulso en el cuello y cogió con todas sus fuerzas un palo y me arreó un golpe en la cabeza y luego en los brazos, las piernas y las costillas, hasta romperme entera", dijo Raquel entre lágrimas.
La víctima también explicó que tras esos golpes empezó a "estar peor" y que él la arrastró por las piernas y con la cabeza golpeando contra las escaleras de piedra.
También contó que cuando despertó en el Hospital, donde ingresó en muerte cerebral (así lo recogen los informes médicos y forenses), le dijeron que llevaba puesta una ropa y un bikini que ella no se había puesto ese día, por lo que consideró que "la única explicación es que él me lo pusiera después de la agresión".
- "Si se cansa, podemos descansar un rato", le dijo a Raquel el presidente de la sala.
- "Yo estoy bien, prefiero acabar con esto cuanto antes", contestó ella.
Respecto a algunos cambios que había hecho Raquel en su declaración con respecto a su declaración de hace tres años, Raquel dijo que "mi mente se ha ido recuperando de las heridas y las pesadillas crearon como un puzzle, he ido recordando todo, y ahora el alma y el corazón están tranquilos. Lo que he contado hoy es lo que ocurrió, aunque no recuerde todos los detalles. En mi primera declaración yo estaba todavía muy enferma".
A preguntas de su abogado, el gallego Felipe Patiño, Raquel detalló que cuando Muñoz la pilló haciendo las maletas y entró, "yo le dije la verdad, que estaba recogiendo porque ya no podía más con esa situación", y que "él se puso como un energúmeno, se cabreó muchísimo y yo empecé a sentir mucho miedo".
"Como hacía siempre, me agarró por el cuello con una mano, como si fuera una tenaza, el dolor era brutal. No se pueden ustedes imaginar la fuerza que tiene este hombre. Me lanzó contra el pozo". "Me dejó allí rota y luego me arreó con un palo", contó a la sala entre sollozos.
Respecto a la llamada al 112 de 2018, Raquel explicó que Muñoz ya le había advertido en varias ocasiones "que tuviera cuidado con lo que hacía, que él lo tenía todo controlado, y que la Policía Local estaba bajo sus órdenes porque él conocía a Pereira y no me iban a ayudar nunca".
- ¿Por qué volvía usted siempre con él?, preguntó Patiño.
- "Porque me amenazaba de muerte a mí y a mi familia, me decía que no iba a poder trabajar más en Ponferrada. Había amenazas, coacciones, brutalidad", relató Raquel. "Temía por mi hija, por su padre, por mis amigas y por todo el mundo".
También contó Raquel que Muñoz "me pegaba con los guantes de boxeo en la tripa" y que "me golpeaba en los pechos cuando tenía la menstruación, que es cuando más duelen". "Las putas como tú el sitio donde tienen que estar es en la calle", solía decirle Muñoz, según relató Raquel.
"La frase correcta es que él me lanzó contra el pozo, yo no me caí", corrigió Raquel al otro abogado de la acusación particular, el letrado de su hija, Jaime de la Hera. "Abajo, me dio en la cabeza y también me dio patadas".
La defensa de Muñoz
No quedó muy clara durante esta primera sesión del juicio a Muñoz por intentar matar a su mujer y otros siete delitos cuál es la errática estrategia de su defensa, ejercida por Ana Isabel López y Pedro Quintana. Sus preguntas parecían más destinadas a poner nerviosa a Raquel que a preguntarle sobre detalles concretos, y el propio presidente de la sala tuvo que llamarles la atención en varias ocasiones por "hacer comentarios y no preguntas" y por formular preguntas que consideró no procedentes.
Con todo, tras un pequeño inciso para que Raquel pudiera comer algo y tomar su medicación, aún tuvo que soportar el visionado de la reconstrucción de los hechos en Toreno, que volvió a ver entre lágrimas. Las imágenes mostraban a una Raquel muy desorientada y confusa, era noviembre de 2020 y estaba muy enferma aún. La impresionante recuperación de Raquel era este lunes evidente, aunque estaba tan agotada que cuando terminó de declarar prefirió irse a descansar y "perderse" la declaración de su hija.
Antes, el magistrado Miguélez le formuló una pregunta a Raquel: "Cuando él le agarró del cuello, ¿usted qué hizo?". "Yo me agarré fuerte a su brazo con las uñas para que no me soltara".
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