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El autor de la muerte de un joven en 2020, "quería darle un escarmiento"
Este lunes se ha celebrado en la Audiencia Provincial de León la primera sesión del juicio por la muerte de Dawry Vilorio
Hace más de tres años el jóven Dawry Vilorio, un joven de 25 años, fallecía a causa de un disparo en Valdefrenso, León. Desde este lunes, E.C.C., junto a H.C.V., A.M.A. y J.L.J., se sientan en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de León, donde un jurado popular compuesto por seis hombres y tres mujeres juzgará hasta el jueves la implicación o no de cada uno de ellos.
"Quería darle un escarmiento porque sospechaba de que estaba implicado con un robo que hubo ese día en mi casa, pero con lo que no contábamos era con que él iba a sacar un arma", aseguró hoy E.C.C., él es el único de ellos que se encuentra desde entonces en prisión provisional por haber confesado su muerte accidental. El acusado insistió en que lo ocurrido fue "un accidente" tras el que pidió a los demás que "no dijeran nada" para "no arruinar" su vida.
El primero en declarar fue E.C.C., quien respondió a preguntas de todas las partes, en las que aseguró que el día 25 de febrero se encontraba con H.C.V. y, al llegar a casa de su madre se encontraron dentro a dos hombres desconocidos que les apuntaron con pistolas y les redujeron, así como a su madre y a su hermana pequeña, mientras robaban en la vivienda, de la que se llevaron "unos 40.000 euros y aparatos electrónicos".
Cuando los ladrones huyeron y E.C.C. y H.C.V. consiguieron soltarse, el primero de ellos sospechó de Dawry, "porque sabía que tenía una gran cantidad de dinero en una caja fuerte en casa". Tras ello, según explicó, llamó a A.M.A. y J.L.J. porque "parte del dinero robado era de ellos" e intentó buscar "desesperado" al ahora fallecido "para darle un escarmiento y ver si podía recuperar las cosas".
Los acusados y el fallecido se trasladaron en el coche de H.C.V. a un lugar "apartado" y E.C.C. quiso dejar claro que él "en ningún momento llevaba un arma" y que "ni siquiera tenía una". En un forcejeo entre Dawry y E.C.C, el segundo descubrió que el primero llevaba una pistola que "le logró quitar pero que se disparó en el momento en el que la tenía en la mano". "Me quedé paralizado, temblando de pies a cabeza y nos fuimos, pero volvimos y cogí el móvil de Dawry, lo rompí y lo tiré al río", detalló, al tiempo que aseguró "no tener ni idea" de por qué no estaba el arma junto al cuerpo del joven.
"Pensábamos que se nos había arruinado la vida, porque no fuimos con la intención de matar a nadie, sino que lo que ocurrió fue un accidente, y les pedí que por favor no contaran nada", insistió el acusado, quien se mostró arrepentido de "no haber tirado el arma lejos cuando se la quité". "Nada tiene sentido, porque en caso de haber querido hacer eso no lo habría hecho ni en ese momento, ni en ese lugar, ni de esa manera. Por eso reconocí los hechos desde el primer momento, pero no de la forma en la que se relatan", puntualizó, al tiempo que se reconoció "culpable de no haber llamado al 1-1-2" al estar "paralizado por el miedo".
"ESTÁ BIEN HECHO"
El segundo en hacer uso de la palabra fue H.C.V., el único de los cuatro acusados que no ingresó en prisión por el suceso, y afirmó que hasta ese día tan solo conocía a E.C.C.. Señaló que en la casa se produjo un robo a manos de dos personas que llevaban la cara tapada pero entre los que reconoció la voz del fallecido. Ya por la tarde, acordó con su amigo "ir a dar caña y golpear a Dawry para que diera un dinero, pero no a matarle".
Así, recogió en su vehículo a E.C.C., después a la víctima, a A.M.A. y, finalmente, a J.L.J. Una vez en el lugar, H.C.V. explicó que dejó el coche "preparado para poder salir corriendo si aparecía la policía". Tras bajarse, le entraron "ganas de orinar", por lo que se fue a otro lado mientras "E.C.C. y Dawry quedaron peleando", aunque pudo escuchar que A.M.A. decía "hay que finiquitarlo", pero tanto él como el cuarto acusado intentaron escaparse de allí porque "tenían pánico".
Sobre el dueño de la pistola, señaló que era del fallecido aunque vio que E.C.C. la tenía en la mano tras escuchar un disparo mientras regresaba al coche. "Le dije que si sabía lo que había hecho y él me dijo que eso estaba bien hecho, pero se veía que estaba nervioso como pasa cuando se hace eso por primera vez. Todo pasó rápido; yo arranqué el coche y nos fuimos, pero volvimos a por su móvil y su cartera y los tiramos al río, aunque la pistola se la quedó E.C.C.", relató. Preguntado sobre por qué no hizo nada para evitar ese disparo, dijo que "no me iba a meter entre dominicanos, no me gustan sus cosas y las tienen que resolver entre ellos".
"E.C.C LLEVABA EL ARMA"
A.M.A. relató que el día de los hechos recibió una llamada de E.C.C., para contarle que le habían robado y preguntarle si se podía enterar de quién había sido "para así dar parte a la policía", para lo que le pidió ayuda a J.L.J..
Según detalló, H.C.V. y E.C.C. aparecieron en un coche con la víctima y accedió junto a J.L.J., pensando que se dirigían al barrio de El Crucero, pero el vehículo se dirigió al descampado, algo que le resultó "extraño" aunque no dijera nada. Al llegar, todos bajaron del coche y E.C.C. se dirigió a él y, al hacer un gesto, "se le vio el arma que llevaba debajo de la camiseta".
"Ahí me asusté. E.C.C. me dijo que se habían metido en su casa a robar y que había sido yo, igual que se lo dijo a Dawry, quien le pidió que bajara el arma para hablar las cosas", contó. A ello añadió que, "tras una discusión con la víctima", E.C.C. "hizo una llamada telefónica en la que dijo 'aquí se acabó mi carrera, hasta aquí llegué yo' y después efectuó dos disparos sobre el fallecido", con quien "no tuvo ningún forcejeo". Al acometer el disparo, según A.M.A., el autor confeso se dirigió a él para amenazarle de muerte "si contaba algo", como "sigue haciendo todavía desde prisión para que cambiara la versión".
El último de los acusados, J.L.J. se mostró conforme con el relato ofrecido por su antecesor al detallar que se reunió con el resto de los acusados y la víctima tras recibir una llamada de A.M.A. para intentar encontrar al autor del robo en casa de E.C.C. y acusarlo ante la Policía. "Me pareció raro que nos llevaron a otro sitio porque nos dijeron que íbamos al Crucero y cuando llegamos y bajamos del coche vi a E.C.C. sacar una pistola y encañonar a Dawry, hacer un llamada y hacerle dos disparos", contó y reconoció que no dijo nada de lo ocurrido porque este "nos había amenazado de muerte a nosotros y a nuestras familias".
RELATO DE LOS HECHOS
Los hechos se produjeron el 25 de febrero de 2020, cuando el cuerpo de Dawry Vilorio fue localizado en un camino rural en el término municipal de Valdefresno, entre las localidades de Villavente y Carbajosa, con dos heridas de bala, una en la cabeza y otra en la mano.
Según el relato de la Fiscalía, los cuatro varones que se sientan desde hoy en el banquillo acusaron al fallecido de haber robado dinero y sustancias estupefacientes del domicilio de uno de ellos, tras lo que le recogieron en coche y se adentraron en un camino "solitario y apartado para darle un escarmiento". Una vez allí, E.C.C. le amenazó con una pistola que llevaba oculta en su ropa y, al perder los nervios, terminó disparándole, por lo que "murió de manera inmediata". Después de ello, los varones abandonaron el lugar en el vehículo, pero más tarde regresaron para recoger la documentación y el móvil de Dawry.
El cuerpo del varón, de 25 años, fue localizado dos días más tarde y, en el mes de mayo ingresó en prisión E.C.C., quien todavía se mantiene allí. Por su parte, A.M.A. y J.L.J. permanecieron en prisión desde el 18 de junio hasta el 20 de julio.
SOLICITUD DE PENAS
Por estos hechos, el Ministerio Fiscal solicita para cada uno de los cuatro acusados una pena de 14 años de prisión por un delito de homicidio con abuso de superioridad y 18 meses por otro de tenencia ilícita de armas para E.C.C., quien todavía está en prisión provisional. Además, pide una indemnización conjunta de 115.000 euros para la pareja de hecho del fallecido y de 10.000 para su madre.
Por su parte, la acusación solicita para todos ellos penas de 15 años de prisión por el delito de homicidio, así como otros 18 meses por tenencia ilícita de armas para E.C.C. e indemnizaciones de 70.000 euros para su madre, 20.050 para cada uno de sus dos hermanos.
Las defensas de los acusados se muestran disconformes con los hechos relatados y consideran que lo que ocurrió en realidad no fue constitutivos de ningún delito, así como que no había ningún plan conjunto de venganza. El letrado de E.C.C. puntualizó que, en el caso de haber delito, sería un homicidio imprudente porque "no apretó el gatillo para tener un resultado de muerte, sino que fue un auténtico accidente", al tiempo que solicitó la absolución. En el caso de H.C.V., su abogado aseguró que este tan solo ejercía como conductor para E.C.C. y que se encontraba fuera del vehículo cuando se produjo la muerte del joven.
Por parte de A.M.A. y J.L.J., su letrado expuso que estos no se pusieron nunca de acuerdo para acusar a Dawry del robo, así como que intentaron huir del lugar por miedo a que les pasara algo, pero terminaron por quedarse ante las amenazas de E.C.C., a quien acusaron de haberles apuntado con la pistola. Por ello, solicitó la libre absolución de ambos.
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