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Adopción por Pasaje Verde: Cuando el lema familiar es "nos crecemos ante la adversidad"

Para tramitar por necesidades especiales "lo primero que haces es informarte a través de un especialista o con las distintas familias que ya han pasado por esto"

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Adopción por Pasaje Verde: Cuando el lema familiar es "nos crecemos ante la adversidad"
Patricia  Carballo Nieto
Patricia Carballo Nieto
Lectura estimada: 4 min.

Podría ser el jardín normal de una vivienda como otra cualquiera. Sin embargo, los corazones de tres pequeños seres que la habitan la convierten en un hogar muy especial. Chapotean en la piscina, juegan en un pequeño tobogán de plástico y saltan en una enorme cama elástica. Son una dragona, un duendecillo y un hada, como su madre acostumbra a llamarlos de manera cariñosa. En realidad, se llaman Lía, Martín y Emma.

Cristina Souto es madre de tres niños de origen chino. Comenta que la decisión de adoptar no es algo que surja de la noche a la mañana, es una decisión muy "pensada" y "hablada". "Yo siempre lo había tenido en mente y, como todas las decisiones de pareja, uno propone", dice.

"Cuando empiezas en este camino lo primero que miras es la lista de países y la seguridad que te ofrecen en todo el proceso a ti y a los peques", comenta Cristina. Para ella y su marido China fue el país que más confianza les generaba.

Tramitaron sus expedientes vía Pasaje Verde, es decir, la adopción de menores con necesidades especiales. "Cuando mencionas 'necesidades especiales' la reacción de la gente se divide entre cara de miedo y cara de 'estáis locos'", asegura. "Lo primero que haces es informarte a través de un especialista o con las distintas familias que ya han pasado por esto. Yo más que buscar una necesidad especial, buscaba tratamientos y experiencias personales".

Es difícil saber qué condiciones se podrían asumir, y Cristina asegura que "podemos asumir más de lo que pensamos, pero debes tener muy claro dónde está el límite y no pasarlo, por el bien de todos". Cuando pronuncia esta frase en voz alta se recuerda a ella misma hace años y piensa en el respeto que le daba el albinismo. "La gente suele pensar en ojos y piel de color claro, pero hay más, mucho más, detrás".

Lluís Montoliu publicó en 2019 su libro 'El albinismo' en el que afirma que "no todas las personas con albinismo carecen de o tienen menos pigmentación, pero todas las personas con albinismo presentan un importante déficit visual". Sin embargo, la hija pequeña de Cristina, Emma, se apunta al lema familiar: "Nos crecemos ante la adversidad". Las complicaciones visuales no la impiden andar en bicicleta o convertirse en Odette en sus clases de ballet. Su madre asegura que "ella nos enseña la diferencia entre no puedo y no quiero".

Afirma que "el miedo es un estado permanente desde que empiezas". Hay miles de preguntas y de "¿y si??" que invaden la mente de los adoptantes. "Cuando hablas con alguien que ha pasado y sentido lo mismo que tú, todo parece más fácil", añade.

"Lejos de todo y de todos"

Tras haber tomado la decisión, haber pasado por los cursillos de formación y haber sido declarado idóneo para la adopción, llega la espera y, en algún momento, la llamada en la que te dicen quién será tu hijo. "Ese momento es especial, lo recordarás siempre, dónde estabas, qué hacías...", asevera.

Después se viaja al país de origen del menor y Cristina cree que es un momento "especial a la vez que duro. Vas a un país desconocido para ti y te ponen en brazos a tu hijo. Estás tan radiante de felicidad y a la vez, lejos de todo y de todos".

El encuentro con cada menor es diferente. "Tendemos a idealizar ese momento. Eso es un error. No hay encuentros buenos o encuentros malos, todos son especiales", sostiene. En ese momento los niños dan un salto al vacío, confían en las personas que tienen delante. No les entienden, sus rasgos son diferentes y, aun así, confían.

En los cursillos de formación les mandaron hacer un ejercicio. Debían cerrar los ojos, imaginar que alguien desconocido llegaba a su casa y les decía que metieran unas pocas cosas en la maleta para marcharse en cinco minutos. "Te ayuda a ponerte en el lugar de tus hijos", expone.

Su hija mayor se comportó de forma tímida y curiosa. Observaba cada detalle y en ningún momento soltó la galleta que sus padres le habían dado. Con el mediano fue más sencillo. "Al estar su hermana mayor, todo fue más rápido. Cuando extendí los brazos para cogerlo, no lo dudó y se lanzó", recuerda. A la pequeña la sintieron llorar desde nueve pisos más abajo. "Tocó echar mano de todo nuestro ingenio y calma. Amor y paciencia, esas son las claves", asegura.

Hermanos de verdad

Cristina lamenta que "es increíble el desconocimiento y la falta de información que hay sobre la adopción". Son numerosas las ocasiones en las que les han llovido preguntas y comentarios desafortunados. "Me han preguntado que cuánto me han costado mis hijos, y no me han costado ni un euro. También comentarios como '¡Mira qué bien! Tenéis dos chinos y una rusa' o 'Cuando no os quieran o cuando empiecen a portarse mal, se llevarán todo el dinero y os dejarán solos sin nada'. Una vez me dijeron que qué duro no poder tener hijos. Vamos a ver, que tengo tres, más que la media de los españoles". Siempre intenta actuar desde la calma, sobre todo porque muchas veces formulan esas preguntas delante de sus hijos.

Sin embargo, hay una en la que le cambia el semblante. Y es cuando le preguntan si "son hermanos de verdad". Cristina responde que "sí". Después, llega la siguiente pregunta: "Pero ¿de verdad, de verdad?". Vuelve a afirmar y ellos, a insistir: "Pero ¿de los mismos padres?". Cristina responde que "sí, de su padre y yo?". Llega un punto en el que "ves que no vas a conseguir nada y les dices que si la pregunta es si nacieron de la misma mujer, la respuesta es no", afirma.

A los hijos de Cristina no les hace falta compartir ADN para tener la complicidad de hermanos. En una ocasión les preguntó que quién se había comido una gominola y había tirado el papel. Cada uno se echó la culpa a sí mismo. "Habían sido los tres, o eso es lo que me querían hacer creer. Después de un par de preguntas, no saben mentir, salió el culpable", ríe.

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