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Un desafío inaceptable que debe tener respuesta

Félix Ángel Carreras Álvarez
Félix Ángel Carreras Álvarez
Lectura estimada: 2 min.

Lo peor ya no es que Puigdemont se presente en España, desafiando al Estado de Derecho y montando una verbena enfocada a alterar una sesión de investidura. Lo peor es que España lleva conviviendo siete años con esta alteración que supone contar con un fugado en Waterloo que ha estado marcando y protagonizando la agenda política de este país. Lo peor es que representantes del Partido Socialista se hayan reunido y rendido en Bruselas con este prófugo de quien depende la estabilidad de un Gobierno que ni siente ni padece ante semejante esperpento.

Un país serio, con una democracia plena, no puede tolerar afrentas que se vienen repitiendo desde un sector independentista que está jugando sus cartas con la contundencia de saberse absolutamente imprescindibles en la aritmética parlamentaria, que sujeta un Gobierno merced a un acuerdo fraccionado entre intereses e interesados.

El discurso de investidura de Salvador Illa estuvo cargado de vaivenes. El principal, reclamar sin ambages la amnistía total cuando solo unos meses atrás afirmaba con rotundidad que esa petición no encajaba en el ámbito constitucional. También lo repetían otros dirigentes socialistas (Bolaños, Montero, Marlaska, etc.), que hoy han dado la vuelta a esa primera versión de firmeza para transformarse en auténticos encajadores de una necesidad imperiosa de salvar la situación a base de concesiones.

La escenografía de Cataluña con Puigdemont desafiante retrata esta España del todo vale con complacencia de todos los actores políticos que conforman un pacto tan legítimo como inasumible por las consecuencias que se derivan del mismo. Que Puigdemont haya sido capaz de cruzar la frontera, hablar en público y volver a esconderse de esa manera sin ser detenido de manera inmediata es un ejemplo de debilidad democrática que no puede permitirse.

Estos movimientos ponen en entredicho la salud de una legislatura con síntomas de agotamiento. El reiterado ejemplo de que una cosa es formar gobierno y otra diferente gobernar se pone aún más de manifiesto con la situación generada en torno a lo que pueda hacer ahora Junts como socio de investidura y el recorrido de los casos que acechan al círculo más personal del presidente Sánchez. Además de los avatares de su esposa, la investigación sobre su hermano amplifica una situación incómoda como para aguantar tres años más. Quizá el planteamiento de unas elecciones anticipadas sea la mejor respuesta y pueda contribuir a calmar unas aguas más revueltas que nunca.

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