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Amaya Arzuaga, nuestra diseñadora más internacional que se retiró cuando estaba en la cumbre

La burgalesa regenta, en la actualidad, la empresa enológica de su familia tras haber conseguido hacerse un nombre en la complicada industria de la moda

Amaya Arzuaga, nuestra diseñadora más internacional que se retiró cuando estaba en la cumbre
Miguel Ángel  Fernández
Miguel Ángel Fernández
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Con un sello identitario más que reconocible, una burgalesa se convirtió en una de las diseñadoras más importantes del sector textil español y arrasó de forma internacional con su personalidad cautivadora e intransferible.

Amaya Arzuaga se retiró de las pasarelas para dedicarse al mundo de la gastronomía al ponerse al frente de Bodegas Arzuaga, el conocido y exitoso negocio familiar al que ella, ahora, ha hecho un lavado de cara, dándole su toque personal.

"Yo lo dejé porque entiendo que la moda debe tener humor, sarcasmo y una creatividad real. Pero además, si la moda no es empresa, no sirve. No creo en una pasarela solo como escaparate", explicaba la creativa en una entrevista en 2022 donde hablaba de su cambio laboral.

La diseñadora se crió, literalmente, entre costuras. Su madre tenía un taller textil en la localidad de Lerma, así que lo de dedicarse a la moda fue algo que le vino rodado. Se trasladó a Madrid para estudiar diseño en la Universidad Politécnica y en 1992, tan sólo dos años después, ya había puesto en marcha su propia marca, que llevaba su nombre: Amaya Arzuaga.

Debutó en la Pasarela Gaudí de Barcelona y ese mismo año también lo hizo en Cibeles. Sin embargo Arzuaga, cuya ropa se caracteriza por los volúmenes osados y el punto deconstructivista, no quería limitarse al territorio nacional. Pronto dio el salto, primero a la pasarela de Londres, después a Milán y finalmente a París.

A Amaya Arzuaga se le considera una de las culpables de la internacionalización de la moda española. A lo largo de toda su carrera, la diseñadora persiguió el que fue su gran sueño, ser capaz de eliminar las fronteras de sus diseños y, por ende, de la moda española.

Vanguardista, voluminosa y asimétrica. La moda de Arzuaga conforma un estilo propio plagado de detalles, entre los que destaca su capacidad para la deconstrucción. A lo largo de su carrera, la diseñadora se convirtió en una de las grandes defensoras de la superposición de capas como recurso sobre el que versar su obra.

Un auténtico fenómeno de ventas en Japón que con la crisis se vio obligada a cerrar su tienda de la capital española. Aun así ella, buque insignia de la moda española en el extranjero, no pensó en tirar la toalla: "Soy una enamorada de mi trabajo. Y por eso me merece la pena, vaya bien, vaya mal o estén las cosas como están. Trabajando me abstraigo, me olvido de todo. Porque desde luego hoy en día la moda no se hace por dinero. Lo haces porque es una pasión?, comentaba hace años en una entrevista con Vogue España.

En 2013, Arzuaga fue galardonada con el Premio Nacional de Moda 2013, que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, por ?la experiencia acumulada en más de veinte años, durante los que ha generado un estilo propio, hecho que sólo consiguen los elegidos, con un trabajo incansable y coherente, que ha sido reconocido en las pasarelas internacionales más importantes. Por ser una de las primeras diseñadoras con formación académica reglada, que ha sabido plasmar en su obra un carácter innovador y contemporáneo?.

Pero la crisis económica, con el cierre de su tienda de la calle Lagasca, en el barrio madrileño de Salamanca empujó a la rompedora diseñadora rompedora a cambiar de profesión.

En su último desfile, el de primavera-verano 2017, estaba de aniversario: cumplía 20 años en Cibeles. Pocos supieron leer entre líneas, allí Amaya se despidió definitivamente. En contra de lo que solía hacer la burgalesa, en ese desfile no sacó nada nuevo, sino que se resumió a sí misma. Sobre la pasarela se vieron piezas representativas de sus anteriores colecciones de primavera-verano como resumen de su larga trayectoria. Una trayectoria que ella dio por concluida.

La familia y los negocios del clan son ahora los quehaceres de la diseñadora que, pese a su retirada de la moda, mantiene su vena creadora al servicio de la empresa familiar. Los negocios familiares tienen origen en los padres de Amaya. Florentino se dedicaba a la hostelería hasta que en los 90 decidió ampliar hacia los vinos; María Luisa, diseñadora, siempre se dedicó a la venta de ropa. Ahora, Amaya diseña vino: el tinto Amaya Arzuaga se puede comprar a 60 euros la botella. Elaborado con 95% de uva tinto fino y 5% blanca del país, el caldo es un ribera del Duero bien puntuado por los expertos.

Actualmente, dirige el Hotel & SPA Arzuaga y el restaurante Taller Arzuaga, galardonado con una Estrella Michelin, convirtiéndose así el complejo enoturístico de Bodegas Arzuaga en el primero de la Ribera del Duero en contar con este reconocimiento.

"La cocina francesa e italiana, junto con la española, son tres de las cocinas más influyentes y de los tres mayores productores de vino a nivel mundial", destacó en una entrevista con la agencia EFE la diseñadora, que procede de una familia de la localidad vallisoletana de Quintanilla de Onésimo. 

Amaya ha cambiado la moda por los fogones, pero no del todo. Desde hace 20 años tiene como clientes tiendas en Tokio y Hong Kong, para las que todavía hace pequeñas colecciones, muy del gusto de aquella clientela, en color negro, el favorito de ambos.

Para el recuerdo del resto de mortales que no tienen acceso a nuevos diseños de la que algún día fue el exponente de moda española en la esfera internacional, siempre quedará la huella de sus espectaculares colecciones que sorprendieron al mundo y que enamoraron a celebridades como Paco León, Nadia de Santiago o, incluso, Lady Gaga.