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Un 'Satélite' de Bañuelos pone en órbita a Ginés Marín

El jerezano desorejó a su primero en una labor de templanza, entrega y arraigo. Castella y De Justo se fueron de vacío en Santander

Un 'Satélite' de Bañuelos pone en órbita a Ginés Marín
Ginés Marín sale por la puerta grande de Santander. EFE
Jesús  López Garañeda
Jesús López Garañeda
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Se abrió de par en par la puerta grande de la Plaza de Cuatrocaminos para Ginés Marín por su toreo al natural, templanza, entrega y arraigo a un toro bravo de Bañuelos, lidiado en tercer lugar y que llevaba por nombre 'Satélite' con media tonelada de romana en su estructura que consiguió enderezar una tarde que no venía nada halagüeña a la vista de la lidia de sus dos hermanos anteriores, manso y rajado el primero al que bautizaron como 'Palomo rojo' de 567 Kg que abrió el festejo y con la fuerza justa el segundo, un 'Marchosito' de 649 Kilos, con trapío, cuajo y hechuras de toro.

Lo recibió Ginés Marín con unos buenos lances con remate aplaudido por el público y tras un picotazo trasero, pidió el cambio de tercio que le fue concedido, con lo que el animal quedó con mayor energía para la embestida en la muleta.

Tras ser bien pareado por Chacón que se desmonteró para agradecer el aplauso, Ginés brindó su faena a Morante de la Puebla, presente en el tendido. Toda su faena fue de temple y mando terminada con una estocada entera que mandó al desolladero al ejemplar de Bañuelos, aplaudido este sí en el arrastre.

La corrida comenzó con la interpretación del Himno nacional de España, antes de romperse el paseíllo, respetuosamente escuchado por las tres cuartas partes de aforo se llenaron de público para este festejo.

Abrió plaza Sebastián Castella a quien le tocó bailar con la más fea del encierro. Un manso de Bañuelos, que se rajó y aculó en tablas dificultando al francés la suerte suprema. Recibió un aviso y tras pinchazo y estocada, el silencio acogió su intervención.

Frente al cuarto de la tarde, un 'planetario', antes de su suelta, y recogido un gallo tomatero que tiraron a Ginés Marín en su triunfal vuelta por el ruedo, hasta que un empleado lo pudo echar mano en el callejón para seguramente llevarlo al puchero arrimándole una gustosa salsa, en el cuarto, digo, Castella instrumentó una extraordinaria faena, muy poderoso el francés encelando y llevando al animal con su prodigiosa muleta, pero su estocada trasera y la tardanza en doblar del ejemplar de Bañuelos hicieron que sonara por dos veces el aviso de la Presidencia, completándose la misma con ovación y saludos desde el tercio.

Y Emilio de Justo, el de Torrejoncillo, se enfrentó a un toro complicado y bajo de raza que se revolvía rápidamente en la faena. De Justo puso casi todo en esta ocasión, entrega, decisión y temple, pero no le hicieron acreedor a premio, pese a la petición del público, tras conseguir una estocada entera que tiró patas arriba al de Bañuelos.

Y frente al quinto, brindado al público, empezó doblándose por bajo con galanura a dos manos y con la mano izquierda hasta que el derrote del toro le complicó al maestro. Luego, atemperado por el tiempo de lidia, el animal se templó y embistió mejor, logrando de Justo ese toreo propio de él rematado con el pase de pecho a la hombrera contraria. Un pinchazo y gran estocada tras aviso, le obligó a corresponder la gran ovación tributada por el público.

Más Info.

Plaza de Santander. Tercera corrida de la feria de Santiago. Tres cuartos de entrada. Toros de Antonio Bañuelos, nobles, variados en comportamiento desde el manso y rajado primero, al bravo tercero y el descordado sexto al chocar contra el burladero, sustituido por un sobrero del mismo hierro, bajo de raza, para

Sebastián Castella, silencio tras aviso y silencio tras dos avisos.

Emilio de Justo, ovación y ovación tras aviso.

Ginés Marín, dos orejas y silencio.