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Muñoz en su alegato final: "Esto es una espiral de mentiras en que se ha implicado a media provincia"

No se privó de utilizar su derecho a la última palabra: 24 minutos sobre cuánto quería a Raquel, la sanidad pública, su salud y hasta dio gracias a dios

Muñoz en su alegato final: "Esto es una espiral de mentiras en que se ha implicado a media provincia"
Este jueves concluyó el juicio a Pedro Muñoz por intentar matar a su exmujer, Raquel Díaz. | Foto: Ical
Susana Martín
Susana Martín
Lectura estimada: 6 min.
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La práctica totalidad de los acusados renuncia al derecho a utilizar el turno de última palabra que les corresponde, pero no fue el caso. A Pedro Muñoz siempre le encantó lucirse en sus intervenciones y mitines políticos, y en el que probablemente será su último discurso en público no iba a ser menos. La prensa preveía que buscaría lucirse en su turno de última palabra, y podría decirse que no defraudó a los amantes del espectáculo con 24 minutos de alegato final, entre las 12:42 horas y las 13:08.

La Ley de Enjuiciamiento Criminal le otorga al acusado el derecho a la última palabra en el procedimiento. A las 12:42 el presidente de la sala dio la palabra a Pedro Muñoz y este, que tomó muchas notas durante varias sesiones de la vista oral, también este jueves, no se privó de soltar un 'speech' de 24 minutos, al estilo del que protagonizó en su segundo interrogatorio de la instrucción (en el que sacó notas hizo hasta bromas de mal gusto sobre si Raquel podría haber salido volando, "¿no sabe señoría que a Raquel también la disparé?").

En el turno de última palabra se brinda la oportunidad final para confesar los hechos, ratificar o rectificar sus propias declaraciones o la de los testigos, o incluso discrepar de su defensa o completarla de alguna manera. Así interpreta el Tribunal Constitucional el derecho del acusado a un alegato final. En el caso de Muñoz, en pie a petición del presidente de la sala, el magistrado Carlos Miguélez (será el ponente de la sentencia), más bien pareció un espectáculo de palabrería hueca, en el que habló del amor, la sanidad, la salud y hasta la justicia.

Quien durante su larga trayectoria política pasó por seis partidos ofreció un discurso repleto de acusaciones a Raquel Díaz, la víctima, con palabras y esparabanes más propios de las intervenciones mediáticas más controvertidas del exconcejal de Ponferrada (exdiputado, exprocurador, exalcalde) que de una intervención ante un tribunal de justicia.

"Todo esto es una espiral de mentiras que ha ido implicando prácticamente a media provincia", consideró Muñoz, que pidió disculpas por haber perdido los nervios en varias ocasiones durante las primeras sesiones del juicio: "no pude permanecer impasible al escuchar ciertas cosas", dijo.

Con todo, el presidente le dejó hablar (ya le había llamado la atención en numerosas ocasiones durante las sesiones del juicio que se celebró del 11 al 15 en la Audiencia Provincial de León, donde llegó a amenazarle con la expulsión de la sala si volvía a murmurar, gesticular o hasta intentar amedrentar a uno de los testigos), aunque en dos ocasiones le recordó que "la última palabra no es para hacer valoraciones sobre elementos de los que ya ha hablado la defensa".

"No veía el día en que se pudiera celebrar este juicio", dijo el acusado, que lamentó haberse sentido "transparente" en todo este tiempo. "Al menos cuando me llaman acusado me siento importante, siento que existo".

"A Raquel la he querido muchísimo durante mucho tiempo, es la persona a la que más he querido en mi vida", manifestó el acusado, "esperaba que dijera qué ha pasado".

"En el estado que tiene Raquel, es muy difícil que pueda decir algo coherente", indicó Muñoz, "¡cómo es posible que esté loca y esté declarando aquí, es que está loca!", dijo subiendo el tono de voz. "Lo que diga, no sabemos si es verdad o es mentira".

Muñoz no perdió oportunidad de seguir dejando caer que "Raquel bebía y tomaba cosas" aunque aseguró que "yo no tengo ninguna animadversión hacia ella", a la que dijo no saber "si la sigo queriendo".

"La he salvado la vida literalmente, Raquel no era viable, se lo dice alguien que ha trabajado 20 años en atención primaria", prosiguió, y dijo que "gracias a dios tenemos una sanidad que en este país funciona".

Y empezaron los reproches a Raquel Díaz: "Tuvo cinco meses para decir lo que dijo luego y no lo dijo, pero luego declaró voluntariamente. Mi declaración ha sido siempre la misma, yo sabía que estaba grave pero no sabía qué lesiones tenía".

Muñoz vuelve a insinuar que quizá Raquel subió al tejado a por el gato ("subíamos a menudo porque el gato se escapaba") y dice que la Policía le dijo que quizá se había intentado suicidar.

"Aquí se han afirmado cosas terroríficas, ya no sé si me he vuelto sordo o loco escuchando a Raquel", dijo Muñoz, "yo no la veía pero aquí estaba, declarando". "A lo mejor a ustedes no les ha afectado".

"¡He estado dos años en la cárcel!", gritó, "y ahora quieren que esté posiblemente el resto de mi vida, ¿por qué, por la declaración que hizo ella aquí, por una declaración onírica maravillosa a través de sus pesadillas?", se burló, en referencia a la declaración de Raquel de la semana pasada en la sala, donde declaró que había tenido muchas pesadillas y que poco a poco había empezado a recordar todo lo que había ocurrido aquel 27 de mayo de 2020 en Toreno.

"Yo no he tenido en mi vida un bate de béisbol, ni lo he comprado, ni ella tampoco", aseguró Muñoz, "y la forense dijo que no hay hundimiento craneal".

"Yo le pedí a Raquel el divorcio tres veces, y me parece terrorífico el argumento del divorcio", dijo Muñoz, "y le pedí el divorcio desde prisión, ya mis hijos poco menos que me amenazaban".

Muñoz aseguró que Raquel le tenía el teléfono intervenido y que le vigilaba sus conversaciones con terceros, "no podía ni ir a tomar un café".

"Yo no he controlado a nadie en mi vida, y ahora resulta que yo controlo al mayor de la Policía, hay que ver el poder que tengo. Es que ves a gente honrada, honorable, implicada y quieres morirte, gente honrada a la que se ha metido en esto y no sabes ni cómo ni por qué", señaló Muñoz, en referencia a las declaraciones de Raquel Díaz sobre el poder ejercido por el acusado con el notario de Ponferrada, el jefe de la Policía Local o el Ayuntamiento de Ponferrada, donde era concejal de Bienestar Social.

"Raquel también ha dicho que su exabogado le ocultaba información, cuando fue él quien dijo que dejaba el caso", dijo un Muñoz airado, aunque fue Raquel Díaz quien perdió la confianza en su anterior letrado y pidió cambiarlo, como hizo en el mes de abril, al optar por designar como abogado al gallego Felipe Patiño. "Y todo debido a mi poder", refunfuñó el acusado alzando los brazos.

"Tengo 67 años y no es que ande muy lucido de salud, pero yo he sido concejal de Acción social, he hecho hasta cursos de violencia de género, ¡y claro que existe la violencia de género, cómo no va a existir!".

"Ahora sé lo que es una relación tóxica, aquella en la que te controlan, te manipulan, te difaman, y no te enteras hasta que estás en la cárcel", dijo Muñoz.

"No sé lo que va a pasar, pero quiero dar las gracias a mis abogados, a todos los que no prejuzgan y a los que saben que una mentira necesita muchos cómplices, pero la verdad sólo necesita abrirse camino", sermonizó Muñoz, que quiso dar gracias a dios "por haberme traído hasta aquí con vida, aunque sea de milagro. Es muy difícil mantener la cordura".

A las 13:08 concluyó la sesión y el juicio a Pedro Muñoz. Una periodista curtida en cubrir temas de tribunales comentaba que era el turno de la última palabra más largo que había presenciado jamás.

A la salida, declaraciones de todas las partes a la prensa, y las feministas bercianas esperando de nuevo a Muñoz para gritarle, lo que provocó el cabreo de algunos periodistas que intentaban escuchar a los abogados. Quintana apenas habló, y dejó claro que su defendido no iba a hablar. Ya había hablado bastante en la sala.