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Por Andrés Miguel

Elvis ha vuelto al edificio


Que no, que no he cascado... Me he tomado unas largas vacaciones aquí, lo reconozco. He de confesar que estaba algo cansado, necesitaba desconectar. Escribí mi primer artículo de opinión, mi primera colaboración con Tribuna, el 29 de agosto de 2014 y, desde entonces, hasta el pasado Julio, prácticamente no había dejado de atender un compromiso entre semanal y quincenal con este diario que se precia, no sin razón, de ser el primer diario digital de Castilla y León.

He visto cambiar Tribuna desde aquel lejano 2014, esencialmente su diseño y, por descontado, han ido cambiando los protagonistas habituales de sus noticias y entradas, pero lo que no ha cambiado, ni un ápice, es la calurosa acogida con la que me reciben y el cariño que me muestran colabore o no, descanse o tome carrerilla, la paciencia con que reciben cada una de mis solicitudes de corrección de una errata, cambio de una palabra, de un párrafo, incluso de una coma. Les estaré siempre agradecido, especialmente a mi jefe en esta aventura, Félix Ángel, y espero volver de nuevo a estar a la altura de sus expectativas, si es que tienen alguna respecto de este aficionado a la escritura, opinador extraño, de humor ácido y tono habitualmente pesimista.

Decidí reposar mis ideas, recuperar fuerzas, dejar que en mi cabeza comenzaran a bullir nuevos intereses, para volver con más fuerza y contenidos distintos; sin embargo, cada día que pasaba la situación en nuestro país se volvía tan caótica, tan desagradable, tan llena de mala uva, de ignorancia, de mentira, que no encontraba las ganas de volver y, si me sentaba ante el ordenador procurando escribir, golpeaba mi mente la sinrazón de la política nacional, una y otra vez la política, política que parasitaba todas las noticias del día, increíblemente cada vez peores, y no me sentía capaz de echarla a un lado. Abruma.

Y así se han pasado los meses sin que nada haya cambiado salvo, como digo, que me corre por las tripas la sensación de que todo va a peor. De modo que no veía el momento de volver, pues no quería retornar a estas páginas virtuales para afear la conducta del antiguo alcalde de mi ciudad, el burro al que hicieron ministro, o para poner el grito en el cielo porque en el país en el que vivo van a acabar fijando la edad de jubilación en los 110 años, por si así no tienen que pagar ni una pensión más y se arregla el problema de una vez por todas.

Si he decidido volver ya es porque se acercan las Navidades. Créeme, aunque sé que el Grinch Sánchez es muy capaz de amargarnos las fiestas, en estas fechas soy capaz de no pensar en ello (gracias, es verdad, a que paso a mi teléfono los numerosos álbumes de canciones navideñas que guardo en el iTunes y los reproduzco siempre que puedo, desde Bublé a Paco Candela, de Blake Shelton a Raya Real, desde Pentatonix a Rod Stewart o de Tony Bennett a Siempre Así... de modo que escucho más aunque piense menos...).

Siendo así, en próximas fechas, me comprometo, enviaré a Félix Ángel mi tradicional artículo de felicitación navideña para los lectores. Un paréntesis: si no lo hago, no será porque falte a mi palabra, simplemente es que habré cambiado de opinión, ya sabes. Y hasta entonces, tengo quince días para encontrar un tema, aunque no sé si tendré tiempo porque me voy de vacaciones a Cataluña (antes de que sea obligado sacar un pasaporte y pagar alguna tasa) y voy a estar algo liado.

Adéu, cuideu-vos molt y visca el Barça manque pierda... ¡me he liado, creo!