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Por Andrés Miguel

Alcaldes


El hombre tiene mil planes para sí mismo. El azar, sólo uno para cada uno (Aristóteles)

Suelo comentar con cierta guasa que "ya tengo una edad", no tanto porque la tenga, que ni es tanta ni me ha sentado tan mal, como por anteponer una excusa a mi negativa a hacer algunas cosas que simplemente ya no me apetece hacer o prefiero diferir a un momento posterior (por si, entre medias, las ha hecho otro o se han resuelto solas, que a veces pasa).

Tengo para mí que, más allá de la edad que tengamos cada uno de nosotros, lo que nos mantiene vivos es seguir haciendo planes.

Por eso no me sorprende haber descubierto, días atrás, que alcaldes de notable edad (por no decir más viejos que la orilla del río) vuelven a presentarse a las elecciones municipales con la ilusión del primer día, no sé si con las mismas fuerzas, pero a buen seguro que con mucha mayor experiencia y capacidad para dar solución a los problemas de convivencia en sus municipios o aportar a sus vecinos respuesta a las necesidades diarias de la vida en el pueblo. Ellos siguen teniendo planes.

Independientemente del partido bajo cuyas siglas se presenten al envite, sé bien que si llevan siendo los regidores de sus municipios la tira de años lo son porque en este tipo de elecciones no se miran las siglas sino las personas, no se valora tanto lo que aporta el paraguas de un partido, como lo que de sí puede dar el candidato. Y estos señores llevan dando el callo en favor de sus vecinos desde que se iniciaron en política, unas veces por iniciativa propia y otras porque no había nadie que quisiera hacerlo y, entre algunos vecinos, les convencieron de ello.

Entre tanta noticia de pucherazos, compra de votos, promesas a incumplir, mentiras y demás tropelías, apacigua el alma saber que aún queda gente que da un paso delante de este tipo sin que prime el propio interés personal, con el objetivo único de ser de utilidad a sus vecinos.

Ante tanta maniobra vulgar y repugnante de algunos sujetos para encontrar un hueco en las instituciones públicas y plantar allí una fortaleza de la que no se les sacará ya nunca, un castillo desde el que pegarse la vida padre y colocar a sus amigos, es un gozo y un alivio descubrir que hay quienes, incluso sin percibir salario alguno, están a disposición de sus vecinos las 24 horas del día y todo les importa, desde la rotura de una cañería a la falta de médicos, desde la necesidad de mantener abierto el único bar del pueblo a la sequía en que agoniza el cereal del que depende esencialmente la economía de su pueblo.

El próximo día 28 de mayo nos toca elegir. De buena gana la mayoría de nosotros optaríamos por votar a los segundos y no a los primeros, pero ¿qué haremos?

Decía George Bernard Shaw que "la democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que merecemos".

Nada dijo de que, habitualmente, aquellos a quienes elegimos nos gobiernen mucho peor de lo que merecemos.