¿De qué forma una persona incapaz de alegrarse por el triunfo de otros, puede despertar en los demás un reconocimiento por los suyos propios? Pienso que si alguien quiere ser verdaderamente influyente porque tiene algo que aportar, lo que debe hacer es sacrificar y compartir hasta convertirse en un experto en demostrar que sus dones sirven para algo más que un beneficio individual.
No sabrías qué hacer para calmar la ansiedad si alguien no hubiese probado hace miles de años a mezclar unas determinadas plantas y compartir su descubrimiento con el resto de la tribu. No serías capaz de preparar la cena de no haberse establecido un orden de comidas apto para el desarrollo de la especie humana, con unos alimentos que te enseñaron a limpiar y a preparar. Cada acto que ha valido la pena en la historia ha sido compartido por aquellos que creyeron que la vida de todos mejoraría gracias a su esfuerzo, y por ello tú puedes hacer lo mismo, es más, debes.
Lo que ocurre es que no resulta tan fácil dar cuando crees que tus ideas no serán premiadas y compartidas, sino robadas y tu esfuerzo ignorado. Es la inseguridad y no otra cosa el responsable de que todo lo bueno que podamos dar nos lo llevemos al cementerio guardado bajo llave. No es responsable morir por dentro mientras aún se está vivo para hacer algo que merezca la pena enseñar, aunque solo sea para ti y para tu familia. Y tampoco creo que se necesite a nadie más, porque qué grande es el acto de quien puede enseñar a tan solo uno que si se puede y quiere, puede darle la vuelta entera a su mundo para entrar en uno mejor.
Se debe estar atento a las señales que actúan en nuestra contra. Si tengo un sistema de protección contra el daño ajeno, echaré la culpa no solo del daño, también de mi protección a la sociedad y labraré con todo ello un camino de odio y resignación. "Odio al prójimo por haberme hecho daño y me resigno a dar lo mejor de mí porque la sociedad no se lo merece". A estas alturas ya habrás comprobado el daño que te ha hecho pensar así. Solo tú acabas mal, solo tú crees que así haces justicia mientras ese mundo del que huyes sigue con sus mismas reglas sin inmutarse por verte a ti quejarte y abandonar tus talentos.
¿De qué talentos hablo? Hablo del ciclo del nacimiento, muerte y resurrección por cada día que das algo sin que te importe cómo mueras. Volverás a nacer al día siguiente para volver a la batalla a ofrecer tus mejores golpes, pero solo si estás dispuesto a ignorar las voces que te dicen que el mundo es cruel y malo, porque no lo es, en él hay gente así, y también gente como tú, gente buena que hace algo por mejorar las cosas.
Como habrás visto en los años que llevas caminando por el mundo, el uso de fármacos que calmen la ansiedad y el dolor ha aumentado tanto como lo han hecho las ganas de mandarlo todo lo más lejos posible. Creo que si has estado ahí, tan lejos como te ha sido posible, conoces de primera mano que no se puede huir de los problemas porque a estos les gusta estar a tu lado porque sin tu permiso no pueden existir.
John Stuart Mill escribió: "La persona que tiene fe posee más fuerza que otras noventa y nueve que solo tienen intereses". La fe te comunicará que no debes desperdiciar tu tiempo pensando en lo que a otros les pueda parecer que debes hacer, sino en quién eres tú y qué puedes aportar a una sociedad en la que hay gente que te necesita.