Antes de empezar quiero dedicar unas líneas de agradecimiento y de simpatía a Jacques Delors., antiguo presidente de la Comisión europea, fallecido este miércoles en París, la ciudad que también le vio nacer, a la edad de 98 años. Quizás a muchos no les resulte conocido, pero creo que está en la línea de los grandes europeístas, como Schuman, Adenauer, de Gásperi o Altiero Spinelli, por citar sólo algunos. Un orgullo para todos los europeístas y un modelo para todos los políticos actuales. Palabras como "euro", "Erasmus", "espacio Schengen", "mercado interior" "fondo de solidaridad" van unidas a la visión y valentía de este político, que está a la altura de los padres fundadores de la UE.
Es precisamente en honor a Jacques Delors que tengo que abordar, en cuanto europeísta, unos temas espinosos respecto a los cuales la Comisión Europea no podrá permanecer más tiempo en silencio y tendrá que tomar necesariamente unas decisiones que van a dejar insatisfecha a una parte de los españoles. La Comisión Europea tendrá que manifestarse sobre si la política española actual es compatible con el Tratado de la UE y hasta qué punto, si la separación de poderes, que es el mínimo indispensable de cualquier democracia, está suficientemente garantizada en España con este trasvase constante de la judicatura a la política (Margarita Robles) y de los ministerios a la presidencia de los altos tribunales (Cándido Conde-Pumpido) o si se pueden desobedecer las sentencias judiciales. También tendrá que decidir si la amnistía es compatible con la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley y qué solución propone para la renovación del poder judicial. La Comisión Europea no puede guardar silencio por más tiempo, pues la sociedad española lleva ya muchos meses, personalmente yo diría muchos años, esperando que la Comisión se manifieste. Cuando no se solucionan los problemas, éstos se pudren, como está ocurriendo en España
Si el gobierno no queda satisfecho con las respuestas de la Comisión, se le va a venir abajo su europeísmo ficticio, y sus ataques a la Comisión van a ser la tónica general. Si son los europeístas los que quedan descontentos, el escepticismo por Europa se va a extender como una plaga por toda España.
No es este el único choque probable entre la Comisión Europea y España. La barra libre que piensa seguir ofreciendo Sánchez a sus socios va frontalmente en contra de las medidas de ahorro que está pidiendo Europa. Alguien tendrá que pagar algún día la hipoteca que nos están dejando a los españoles todos nuestros gobiernos. Y ese alguien no va a ser ya Europa.