Se cumplen veinte años de la muerte de una de las mujeres más relevantes en la esfera de lo social y el periodismo del corazón de nuestro país: la eterna e icónica Carmina Ordóñez.
Si España tuvimos un figura social tan destacable en la moda como lo fue Lady Di para los inglesas o Carolyn Bessette para los estadounidenses, es fue nuestra 'Divina'.
Heredera de dos dinastías muy conocidas de nuestro país, cada una por lo suyo, supo explotar al máximo su imagen y ser la primera mujer sin ningún talento que interesaba tanto que hacía que los periodistas del corazón y los paparazzi se volviesen locos por conseguir una foto suya.
Una vida plena y repleta de escándalos que acabó cuando solo tenía 49 años, después de haber protagonizado muchas historias de amor, alguna que otra polémica y tres bodas, acaparando titulares siempre.
Famosa desde la cuna, alcanzó el título de 'icono de la moda' tras su boda con el torero del momento, Paquirri. Pocas novias son tan inolvidables como lo fue ella: una espectacular Carmina vestida con un vestido de seda con bordados y pedrería que combinaba a la perfección con su tocado estilo lituano. Un complemento para el pelo que funcionaría tan bien que siempre será uno de los looks nupciales más destacados de nuestro país.
Adelantada a su tiempo, siempre tuvo un estilo muy reconocible, con ese golpe de melena único y tan español que siempre quedará para el recuerdo de todos los que vimos a la socialité escapar de la prensa en el parking de algún centro comercial con una de sus blazers estampadas y sus cadenas doradas al cuello.
Una de las señas de identidad de la que ahora consideramos toda una diva de España fueron los pantalones vaqueros, que lucía como nadie conjuntándolos con chaquetas con hombreras y mocasines, un estilismo que llevaríamos en cualquier momento a día de hoy.
La que se convirtió en la peor enemiga de Isabel Pantoja siempre fue superior al resto de sus contemporáneas en lo que al vestir se refiere. Nadie era más elegante que Carmina, nadie le hacía sombra.
Su belleza, su carácter y su estilo de vida no dejaban indiferente a nadie. Ella era divina y por eso ha marcado una parte de la historia de España. Dos décadas más tarde de su prematura muerte, seguimos recordándola como si fuese ayer.