He estado mirando los vuelos a Tokyo y el coste del alquiler de los apartamentos y es una pena que en estos momentos no me pueda permitir irme a vivir allí los años que me quedan. Cuando escuche en la radio, que los miembros del equipo Nipón, antes de abandonar el estadio, recogen y limpian los vestuarios, para dejarlos como se lo habían encontrado, he pensado que hay actitudes que merecen una recompensa y quizá el Dios del orden haya querido que solo por eso, se encuentren jugando los octavos del Campeonato del Mundo.
Argumentó el periodista radiofónico que los niños en las escuelas del 'País del Sol Naciente' antes de aprender las letras, saben perfectamente distinguir los colores de los cubos que tienen en los rincones de las aulas y lo que deben contener cada uno. Actualmente en cada casa es obligatorio, por decreto, tener cuatro cubos pequeños de los cuatro colores más significativos, pero para ellos, educados en esa manera de entender la limpieza, no les importa lo más mínimo.
No se recuerda que en los últimos veinte años el seleccionador de su equipo haya recibido una crítica negativa, por perder un partido o realizar un mal planteamiento. En las escuelas del país tan lejano, les enseñan antes de aprender las letras, a respetar el sitio de cada uno y las horas del descanso y hay una asignatura que viene a decir que es de mala educación hablar alto. Así que cuando en un bus o vagón de metro alguien habla por el móvil demasiado alto, la mirada del resto de pasajeros se clava como mirada de perro de caza ante la presa y obviamente el protagonista baja el tono, por la cuenta que le tiene.
Así que cuando vi a esos aficionados, tan normales como los demás, con sus caras pintadas y las banderas ondeando, sus jugadores con pelos de colores y tatuajes y su entrenador con su chaleco de profesor de enseñanza media de instituto, llorar en grupo, abrazarse por la victoria, por un momento me sentí japonés. Aquí media España tristemente está dividida, unos quieren que gane España y otra media que pierda Luis Enrique. Así de claro y así de triste. Las justificaciones de lo segundo son tan tristes y míseras que prefiero que cada uno piense el motivo.
Dijo en la misma emisora, un profesor de Universidad, que había pasado un año realizando un proyecto en ese país tan limpio, que en las facultades dejan muy claro a cada alumno, que cada uno solo debe ser capaz de desarrollar sus capacidades al límite de lo que pueda sin importarles que haya otros compañeros más listos o con otras cualidades. Y que algún día se debería de estudiar como pasaron la pandemia los habitantes de ese país que habla bajo.
Mañueco; hazme caso por una vez... aprovecha lo de mayo y vuelve a convocar elecciones, tu seguirás de presidente no te preocupes, pero convocas una rueda de prensa y presentas como vicepresidente tuyo a un japonés que hable castellano y arrasas, no es broma ni una ocurrencia de blog. Te imaginas un compañero de bancada, que no sepa lo que es un insulto, que hable bajo y que razone en inglés propuestas traídas de su país.
Si le traes y no cuaja o no sacas mayoría absoluta, me comprometo a que yo le encuentro trabajo, pareja si viene soltero y un gran sueldo. Nadie sabe lo que tiene que ser en estos días que vienen de celebraciones, compartir una mesa con una persona que no habla mal de la familia, habla bajo y encima te coloca los vidrios, el cartón, lo orgánico y todo lo demás como debe ser.
Si vuelvo a nacer me pido para mi familia... UN CUÑAO JAPONÉS.