Al alborear el año 1779, el 1 de enero, tres miembros de una familia corsa que llegaría a ser la más famosa del mundo recalaban en la localidad francesa de Autun, en la Borgoña, tras un viaje de dos semanas. Eran un padre y dos hijos apellidados Buonaparte, más tarde mudado a Bonaparte. Seis hermanos más pequeños habían quedado en casa con su madre, Letizia Ramolino, cuyo origen familiar había elevado a su marido y su progenie a la condición de pequeña nobleza. Córcega, tras siglos siendo una posesión de la República de Génova y con un fuerte sesgo independentista, solo llevaba perteneciendo a Francia desde que en 1768 Luis XV la anexionase pagando por ella a los genoveses, que así se deshacían de un centenario dolor de cabeza geopolítico.
Las razones de que Charles Bonaparte y sus dos hijos mayores, José y Napoleón, hiciesen su estación en Autun estaban perfectamente justificadas. El padre iba camino a Versalles como diputado ante Luis XVI del sector noble de Córcega; allí se reuniría con los otros dos representantes de la isla, Monseñor Santini, obispo de Nebio, para el clero, y Paolo Casabianca para la burguesía. El obispo de Autun era Alexandre de Marbeuf, sobrino del general de Marbeuf, gobernador de Córcega y amigo de los Bonaparte.
Aunque José era el hijo mayor, Napoleón llevaba el simbólico nombre del que fuera el verdadero primogénito de sus padres, fallecido apenas siendo un recién nacido. Charles Bonaparte albergaba ambiciosos planes para su hijo Napoleón, aunque su muerte prematura en 1785 con 38 años no le permitiría ver hasta qué punto la exitosa trayectoria del joven sobrepasaría hasta sus mejores sueños. Había hecho gestiones para ingresarlo en la escuela militar de Brienne, en Alto Marne, a unos 100 km de Autun. En septiembre de 1771 se había reconocido oficialmente el estatus de nobleza de la familia Bonaparte, necesario para la entrada de Napoleón en Brienne. Pero para la admisión había aún un obstáculo, aunque salvable: el requisito de hablar francés con fluidez. La lengua materna de los niños era el corso, con muchas similitudes con el italiano. Necesitaban una formación lingüística previa.
Autun gozaba de una sólida reputación educativa, destacando el antiguo colegio de los jesuitas, establecimiento que la Orden dirigió hasta julio de 1763, cuando un edicto real expulsó de Francia a la Compañía de Jesús. Allí había estudiado Lazare Carnot (matemático, posteriormente ministro de la Guerra y ministro del Interior de Napoleón).
En sus inicios, el colegio estuvo instalado entre los números 7 y 9 de la calle Saint-Christophe y el número 6 de la calle Vieux-Collège, denominada así en su honor. En 1639, cuando las dependencias se les quedaron demasiado reducidas, los jesuitas compraron el Hôtel de Montholon y la Torre de Pilatos, junto con terrenos al oeste de la Place du Champ-de-Mars. La primera piedra del nuevo colegio, proyectado por Jean-Baptiste Caristie, fue colocada el 17 de junio de 1709 por Hubert de Morey, secretario del rey. Los tres edificios se completaron en un trienio. Unas preciosas puertas de hierro forjado se levantaron en 1772, decoradas con grecas, guirnaldas, esferas y liras, y el escudo de la ciudad en la parte central. A día de hoy están siendo restauradas. En 1789 la subprefectura se mudó al edificio, y temporalmente sirvió como prisión preventiva. En 1803 la capilla del colegio, cuya fachada se inspiró en la iglesia del Gesù de Roma, fue convertida en iglesia, bajo la advocación de Notre-Dame.
A la llegada de los dos pequeños corsos al colegio de Autun en 1779, la institución escolar era regentada por sacerdotes de la diócesis, situación que cambiaría en 1786, cuando fue encomendada a los sacerdotes de la congregación del Oratorio, hasta 1789. Los dos niños fueron matriculados en el colegio con el nombre "de Bounaparte". Napoleón tenía 9 años y medio; su hermano, 11. Su inscripción registral inicial preveía que José estaría ocho meses, y Napoleón tres. Ambos superarían dicho límite temporal.
Antes de abandonar Autun, Charles pagó los gastos de escolarización, alojamiento y manutención de sus hijos. Por José, al no ser becario, 252 libras. Por Napoleón, 111 libras, 12 soles y 8 denarios, pues cuando comenzase sus estudios militares, estos serían cubiertos por el Estado. En la contabilidad familiar, la estancia de Joseph en Autun costó 570 libras anuales debido a conceptos extraordinarios como lecciones privadas de música y teología o el empleo de un sirviente, aparte de 1.618 libras para ropa.
Desde el principio, el acento corso de los dos hermanos fue objeto de burla por sus compañeros. Mientras José hacía caso omiso de las chanzas, Napoleón demostró un carácter vivo y recio ante ellas, por lo que pronto dejaron de molestarlos.
El colegio impartía clases de sexto a segundo grado, y asignaturas como retórica, lógica y física, con un laboratorio bien equipado; matemáticas, literatura latina y mitología. Napoleón destacaba en matemáticas y tenía gusto por la historia. Para ocupar su ocio, los estudiantes disponían de una casa de campo en Saint-Blaise, jugaban al billar y organizaban representaciones de obras teatrales.
El abad Chardon fue el encargado de impartir a los dos hermanos lecciones de francés y quedó impresionado por la capacidad de concentración e inteligencia de Napoleón, pensativo, que no jugaba con nadie y solía estar solo. Al cabo de tres meses, había aprendido la lengua gala con la soltura suficiente para poder entablar conversaciones.
En consecuencia, el 28 de marzo de 1779 el padre de los Bonaparte recibió la notificación del príncipe de Montbarey, ministro de la Guerra, de que Napoleón había sido admitido en la escuela militar de Brienne. El pequeño abandonó el colegio de Autun el 21 de abril, lo que supuso un desgarro personal para los dos hermanos. José recordaría en sus Memorias que lloró ante la separación, y que aunque Napoleón derramó sólo una lágrima que intentó ocultar, el subdirector, padre Simón, dijo después de su partida a José que a pesar de esa aparente fortaleza, su hermano había demostrado un enorme dolor. José continuó allí hasta finales de agosto de 1783 con buen rendimiento académico, recibiendo tres años seguidos "testimonios de satisfacción" durante la entrega de premios. Su hermano menor, Lucien, se unió a él a finales de 1782 y estudió en el colegio unos veinte meses.
En su ruta hasta Brienne, Napoleón fue con su compañero de estudios Jean-Baptiste de Champeaux, también aceptado en la escuela militar, así como el padre de este, el señor de Champeaux. Al caer enfermo su joven amigo, se detuvieron tres semanas en Thoisy-le-Désert, en el castillo de los Champeaux, hasta su recuperación. El emperador recordaría siempre al padre de la familia Champeaux: "un señor de Autun, un hombre valiente de cierta edad que me trataba como a su hijo".
Después de esas tres semanas, recobrada la salud del paciente, reanudaron viaje y Napoleón se incorporó a su nueva escuela en Brienne, donde fue ubicado en séptimo grado, como alumno interno del rey. Allí permanecería desde mayo de 1779 hasta octubre de 1784.
José mantuvo vínculos toda su vida con profesores y compañeros de estudios de su etapa de Autun. Cuando, durante la ocupación napoleónica, fue entronizado por su hermano como rey de España (entre 1808 y 1813, después de haber oficiado como rey de Nápoles), antiguos alumnos de su colegio lo siguieron y fueron promovidos a puestos de relevancia, como Hugues Nardon, administrador de la provincia de Cuenca, o Edme-Aimé Lucotte, gobernador de Sevilla.
A lo largo de su vida, Napoleón Bonaparte conservó el apego a Borgoña y regresó a Autun en varias ocasiones. La primera, en mayo de 1798, de camino hacia Egipto, siendo Primer Cónsul; al año siguiente, volvió tras el golpe de Estado del 18 de Brumario (9 de noviembre de 1799) que puso fin al Directorio.
De camino a Lyon, pernoctó junto a su esposa Joséphine de Beauharnais en el Auberge de la Poste (actual Hôtel Saint-Louis) el 20 de Nivôse del año X (10 de enero de 1802), como recuerda una placa en la gran fachada gris, en una habitación del primer piso, que se conoce actualmente como "Sala Napoleón". Ya como Emperador de Francia, con destino a Milán para recibir la corona de rey de Italia, nuevamente acompañado de Joséphine, paró en Autun el tiempo necesario para cambiar de caballo, el 16 de Germinal del año XIII (6 de abril de 1805). Aún de nuevo, haría una parada allí el 31 de diciembre de 1807, en su camino de Turín a París.
Y por última vez, durante los llamados Cien Días, habiendo abandonado la isla de Elba, se detuvo en Autun el 15 de marzo y se aposentó una noche en la misma habitación de hotel él solo, antes de arribar a París el 20 de marzo. Había sido recibido fríamente por el alcalde de la ciudad, que llegó a llamarle "usurpador".
Cerrado desde 2012, el Hôtel Saint-Louis et de la Poste está pendiente de la conclusión de un largo litigio para aclarar su situación legal y poder ser rehabilitado. Afortunadamente, los muebles de caoba estilo Imperio de la elegante habitación ocupada por Napoleón fueron adquiridos por el Ayuntamiento de Autun en subasta judicial en junio de 2023, quedando así preservado su conjunto patrimonial: dos camas tipo trineo decoradas con bronces dorados, una mesa redonda, un armario y un banco.
El Saint-Louis acogería más adelante entre sus paredes otros huéspedes ilustres: el duque de Orleans (1832), George Sand (1836), la reina Cristina de Portugal (1841) y el conde de París (1873). A finales de los años 80, se hospedó en numerosas ocasiones Oona Chaplin, viuda del inolvidable Charlie Chaplin.
En recuerdo de la permanencia de sus tíos en el colegio de Autun, el emperador Napoleón III lo bautizó como colegio José Bonaparte, mediante decreto del 13 de marzo de 1867, proclamado solemnemente en el Ayuntamiento de la población el 12 de abril de ese año.
En el presente, el Liceo Bonaparte de Autun es desde 1960 una institución de educación secundaria y técnica emplazada en pleno centro de la ciudad, en la Place du Champ-de-Mars. La estructura original apenas ha cambiado y sigue teniendo una arquitectura atípica para la región.
En septiembre de 2019, Autun celebró con diversos actos el 250 aniversario del nacimiento del Emperador y los 240 años de su primera estancia en la ciudad. Solo fueron cuatro meses los que pasaría allí, pero quedaron para la posteridad. No en vano, ningún otro sitio del país galo puede presumir de haber sido el lugar donde Napoleón aprendió el francés. Y siempre la lengua fue compañera del Imperio, como dijo Elio Antonio de Nebrija.
Fotografías: Gabriela Torregrosa