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Clásico

A la madera

Por César R. Cabrillo

Dejándonos llevar


Hoy sale a la luz 'A la madera', el pequeño rincón donde un humilde servidor tratará de hablar de una de sus mayores pasiones, el deporte. Todo puede tener cabida este espacio, pero sin duda el fútbol, el balonmano e incluso la NFL pueden tener un peso mayor.

 

Ahora en pleno confinamiento deporte no es haya mucho, aunque lo suyo es decir que no hay diréctamente, por ello mi primera entrada quiero que vaya dedicada a un recuerdo muy especial de aquellos tiempos en los que jugaba al balonmano en el equipo de mi colegio, las Agustinas de Valladolid.

 

Hace ya más de una década de aquella temporada en la que ese equipo logró ganar la liga de Valladolid y el sector de Castilla y León. Todavía recuerdo que yo acababa de subir a la categoría cadete y empazaba a jugar con unos compañeros nuevos, a los que conocía de vista del colegio, pero con los jamás había jugado. Por aquellos entonces, el balonmano todavía era un hobby, pero fue a partir de aquel año cuando empecé a amar este deporte gracias a mis compañeros y los tres entrenadores que tuve.

 

Por un lado Dani Gordo, de sobra conocido en el mundo del balonmano nacional y haciéndose notar en el panorama internacional desde que cogió las riendas de la selección brasileña. Por otro lado, Alfonso Niño, que se encargaba de entrenar a los porteros, pero insuflaba de ánimos al equipo cada vez que lo necesitada. Y por último Javier Rujas, otro gran entrenador del que había mucho que aprender, aunque mejor no enfadarle.

 

Entre los tres consiguieron que ese equipo de patio de colegio tuviera unos éxitos jamas pensados y además lograron que ese equipo fuera una auténtica piña. Si pudiera describirse aquel año en una canción, serían más bien dos: 'Sígueme' y 'Dejándonos Llevar' ambas de Chloe, donde Alfonso era el batería y cuyos temas escuchamos cientos de veces.

 

'Sigueme' es el resumen de lo que podía ser aquel equipo. Gracias al liderazgo de los entrenadores y el tesón y filosofía de trabajo que había en aquel equipo se creyó en que todo era posible. Dos estrofas son las que mejor se identificaban a lo que hacía ese equipo. La primera de ellas dice "Somos como roca, No nos pueden detener. Si estamos unidos, Juntos hasta el amanecer" y esto se traduce en que aquel equipo iba todos a una en busca de un sueño y nadie podría detenerlos. Esto continúa con una parte del estribillo que se convertiría en himno del ascenso del Real Valladolid poco después: "Sígueme, Contigo ganaré, Seguro llegaré, No me abandones, siempre te he esperado"; que viene a ser la filosofía de aquel grupo que siempre creyó y nunca abandonó su sueño.

 

Por su parte 'Dejándonos Llevar' me recuerda a como una vez que logramos la liga de Valladolid continuamos trabajando pero ya todo era un regalo. El poder disfrutar de una fase final del Campeonato de Castilla y León ya era un sueño, pero hacerlo en tu colegio ante toda la gente que te conoce y además ganarlo... solo de recordarlo hace que se me pongan los pelos de punta... ¡Qué tiempos aquellos!

 

Por suerte, tiempo después nos hemos reunido y recordado aquellos momentos mágicos de nuestra época; igual que he tenido la suerte de compartir equipo con alguno de ellos e incluso banquillo transmitiendo nuestro amor al balonmano a otros jóvenes que comenzaban a jugar.

 

Creo que nunca podré olvidar aquella temporada mágica y aquel grito de guerra: "¡Agustinas! ¡Bien Vicio, bien!".